
EN SOMALIA, ESTADOS UNIDOS BOMBARDEA A LOS 'TERRORISTAS' QUE CONTRIBUYÓ A CREAR
Agitando las aguas del extremismo y confiando en la propaganda se obtienen multitud de excusas para ocupar países.
En medio del torrente de noticias sobre la supuesta retirada de EE.UU de Afganistán y el avance meteórico de los talibanes, no debemos olvidar que en julio pasado la administración Biden ordenó un nuevo bombardeo en la olvidada Somalia. La antigua colonia británica e italiana, uno de los países más pobres de la tierra, lleva en guerra desde 1991 debido a la injerencia de EE.UU y Gran Bretaña. Primero fue la política de Guerra Fría, después la “intervención humanitaria” y desde 2001 la “guerra contra el terror”.
Por CLARA LÓPEZ GONZÁLEZ PARA CANARIAS-SEMANAL.ORG.-
La razón oficial del bombardeo de Somalia en julio pasado, dada por el Pentágono, es que el Ejército Nacional Somalí necesitaba apoyo aéreo en su lucha contra al-Shabaab. La razón real es que Somalia es un punto de importancia estratégica para el imperio USA por su situación en el Mar Rojo, importante vía de tránsito comercial, y el Golfo de Adén en cuya orilla opuesta se halla el Yemen.
Algunos antecedentes para entender el conflicto somalí
Fue la injerencia internacional lo que llevó a Somalia al conflicto civil. El país africano declaró su independencia en 1960. Sus áreas británicas e italianas se unieron formando una sola nación cuyo gobierno encabezaron el presidente Aden Abdullah Osman y el primer ministro Abdirashid Ali Shermarke, que después alcanzaría la presidencia. La mayoría de partidos políticos se fundieron con la Liga Somalí de la Juventud para crear, de hecho, un único partido de Estado.
La vecina Etiopía, con el respaldo de Occidente, bloqueó los intentos diplomáticos de Somalia para recuperar la región de Ogaden. El presidente Abdirashid, que recibió asistencia militar de la URSS, fue asesinado por un policía y le sucedió el General Said Barre en 1969, que gobernó hasta su derrocamiento en 1991.
Pero ya a comienzos de la década de 1970, un informe de la CIA hablaba de que la alianza soviético-somalí era una de conveniencia en la que había mutua desconfianza. Tras el fracaso de Barre en recuperar la región de Ogaden y su rechazo explícito a la ayuda y la ideología soviética, EE.UU le consideró su cliente. En 1977, altos cargos políticos estadounidenses resaltaban la “ruptura de Somalia con la Unión Soviética”.
Desde entonces, hasta 1989, EE.UU inyectó casi 600 millones de dólares en ayuda militar al gobierno de Barre para apartarle más de la esfera de influencia soviética. Barre utilizó este refuerzo militar -que pasó de 3.000 a 120.000 efectivos- para aplastar a su rival el Movimiento Nacional Somalí, matando a decenas de miles de civiles y expulsando a un millón de personas de sus hogares.
Pero la coalición que derrocó a Barre en 1991 se deshizo y las facciones rivales libraron una guerra civil que provocó hambruna y mató a otras 300.000 personas en los dos primeros años. La ONU intervino para repartir comida a la población civil. Y EE.UU vio la oportunidad de poner a prueba la nueva doctrina de la “intervención humanitaria” en lo que se llamó “Operación Restaurar la Esperanza”. El presidente George W. Bush dijo que el objetivo era “salvar a miles de inocentes de la muerte”.
Sin embargo, una versión mucho más cercana a la verdad la expresó un militar estadounidense en su tesis doctoral: “En toda nuestra implicación en Somalia, nuestro objetivo estratégico supremo fue simplemente adquirir y conservar la capacidad para responder a cualquier contingencia militar que pudiera amenazar los intereses de EE.UU en Oriente Medio, el Norte de África y el Mar Rojo”.
La Operación Restaurar la Esperanza acabó en fiasco para EE.UU debido al famoso incidente del Black Hawk Down que mató a miles de somalíes - “Yo no cuento cuerpos” dijo el Comandante Zinni en una misión posterior.
En 1999 se formó en la vecina Djibuti un Gobierno Nacional de Transición que se hizo con el poder en la capital de Somalia, Mogadiscio. Simultáneamente, Sufíes y Salafistas -la “izquierda” y la “derecha" del Islamismo- formaban una coalición llamada Unión de Cortes Islámicas (en adelante UCI) que fue ganando terreno político y geográfico.
El Gobierno Nacional de Transición colapsó en 2004 y fue reemplazado por un Gobierno Federal de Transición (en adelante GFT) fundado en Kenia con el apoyo del aliado etíope Abdullahi Yusuf, hombre arropado por Gran Bretaña.
Somalia: un conveniente objetivo en la “guerra contra el terror”
Tras los ataques a las Torres Gemelas el 11 de septiembre de 2001, y bajo la rúbrica de la “guerra contra el terror”, la CIA contribuyó a aumentar el caos político en Somalia financiando bajo cuerda a “señores de la guerra” no islamistas, incluidos los que EE.UU había combatido previamente en la década de 1990. El objetivo era matar y capturar a los miembros de UCI y otros islamistas. Las Fuerzas Especiales de EE.UU establecieron una red de operaciones y vigilancia en el país, supuestamente para combatir a al-Qaeda.
En 2003, por ejemplo, agentes estadounidenses secuestraron a un hombre inocente, Suleiman Abdullah Salim, de un hospital de Mogadiscio. Convencidos de era militante de al-Qaeda, lo torturaron en uno de los lugares secretos de detención mantenidos por la CIA antes de soltarlo (quienes lo secuestraron fueron informados por un “señor de la guerra” que estaba pagado por la propia CIA).
Un dato interesante para tener en cuenta es que uno de los significados de la palabra árabe “al-Qaeda” es “base de datos”, que hace referencia al archivo digital que contiene la información de las decenas de miles de mujayidines que fueron entrenados, armados y financiados por EE.UU y Gran Bretaña en la década de 1980 para combatir la influencia soviética (Operación Ciclón).
En 2003, las Fuerzas Combinadas de EE.UU en el Cuerno de África comenzaron a entrenar al ejército de Etiopía, lo que después serviría para combatir a la coalición UCI. Los medios occidentales empezaron a presentar una imagen de dicha coalición como una organización extremista, aunque tenía buena acogida entre la población de las áreas que controlaba por facilitar servicios sociales.
Mientras los grandes pesqueros occidentales esquilmaban las reservas pesqueras de Somalia, la propaganda mediática denunciaba a los “piratas” que atacaban los barcos euro-americanos. Y, con el entrenamiento y apoyo logístico de EE.UU y Gran Bretaña, Etiopía invadía Somalia a finales de 2006, para instaurar el mencionado Gobierno Federal de Transición (GFT) presidido por Abdullahi.
Esto en medio de una brutal guerra que provocó el éxodo de más de un millón de personas. Decenas de miles cruzaron el Golfo de Adén hacia el Yemen en pequeñas embarcaciones dirigidas por traficantes. Cientos de miles acabaron en campos de refugiados en Etiopía y Kenia, donde las mujeres y las niñas fueron violadas.
El GFT aterrorizó al pueblo somalí. Uno de los pocos periodistas británicos que informaban en aquel momento, Aidan Hartley, escribió: “Varios líderes somalíes que han estado implicados en alegados crímenes contra multitud de civiles llevan dobles vidas en Gran Bretaña. Al General Mohamed Darwish, jefe de la Agencia de Seguridad Nacional del Gobierno Federal de Transición, se le otorgó la nacionalidad británica y goza de prestaciones sociales y subsidios de vivienda”.
La unidad de privatización del Departamento para el Desarrollo Internacional (hoy parte del Foreign Office) pagó los salarios de los políticos del GFT y compró radios y vehículos a la policía. En 2011, toda esta financiación incluía el entrenamiento de 3.000 policías en Somalia y la contratación de mercenarios que habían pertenecido al Servicio Especial Naval de Reino Unido, a los que se prometió una paga de hasta 1.500 libras diarias.
Las consecuencias para los civiles somalíes fueron devastadoras. Además del enorme flujo de refugiados, la inestabilidad causada por la guerra desencadenó otra hambruna al obstaculizar las ayudas y expulsar a la población de las zonas cercanas a los centros de distribución de alimentos.
Transformar Somalia en un paraíso extremista
El Comando de África o AFRICOM lo fundó en 2007 Georg W. Bush con el objetivo de hacer que los países africanos de la costa del Mar Rojo -Djibuti, Eritrea, Somalia y Sudán- se plegaran a los intereses de las elites estadounidenses.
En enero de ese año, George W. Bush bombardeaba objetivos de “al-Qaeda” en Somalia. Al-Shabaad, entonces dirigido por Ahmed Abdi Godane, que había sido secretario de UCI en sus primeros momentos, sobrevivió a la ruptura de esta coalición en ese año. El Consejo de Seguridad de la ONU autorizó entonces a la Unión Africana a ocupar Somalia con “fuerzas de pacificación”. En esta misión, la integrada por EE.UU se llamó AMISON.
El presidente Abdullahi, respaldado por los británicos, renunció en 2008 y fue reemplazado por el ex-líder de UCI, el más moderado Sheikh Sharif Sheikh Ahmed. Éste se reunió con la Secretaria de Estado de Obama, Hillary Clinton, en 2009, que prometió apoyo estadounidense al GFT en su lucha contra la que fuera su ala armada, al-Shabaad.
Un estudio de West Point señala que en 2009 al-Shabaad “logró imponer un período de relativa estabilidad en gran parte del territorio que controlaba”, justo como la UCI anteriormente. Al-Shabaab era un grupo relativamente moderado: “su liderazgo buscó un acercamiento pragmático a los clanes de donde reclutó a sus jefes y bases, a diferencia de otras facciones armadas somalíes”.
Pero el grupo cometió algunos errores tácticos, como las Ofensivas del Ramadán (2009-2010) contra el GFT y las fuerzas de AMISON en Mogadiscio. Debilitado al-Shabaad, Godane lo fusionó con al-Qaeda en 2011. Los terroristas apoyados por Gran Bretaña afluyeron en masa a Somalia para unirse a Godane. De hecho, una cuarta parte de los combatientes de Shabaab provenían del Reino Unido. Muchos habían sido radicalizados por Abu Qatada, hombre descrito como “mano derecha en Europa” de Bin Laden y que estaba protegido por el servicio interno de seguridad del británico M15.
Podría pensarse que la administración Biden no ha aprendido nada de las décadas de injerencia en Somalia. Sin embargo, las sucesivas administraciones estadounidenses entendieron perfectamente que agitando las aguas del extremismo y confiando en la propaganda se obtienen multitud de excusas para ocupar otros países.
EE.UU creó al-Shabaad de varias maneras. Primero, tensó las relaciones entre islamistas y no islamistas al apoyar a “señores de la guerra” seculares contra la UCI a mediados de los 2000, lo cual alienó a las facciones moderadas de UCI y envalentonó a los extremistas. En segundo lugar, y más importante, Washington apoyó la invasión de Etiopía en 2006, desencadenando una catástrofe entre la población civil, muchos de los cuales abrazaron la línea dura islamista porque imponía cierto grado de ley y orden.
En tercer lugar, al presentar a la nación nómada sufí de Somalia como núcleo de salafistas extremistas, Occidente y sus medios de propaganda crearon una profecía auto-cumplida, porque finalmente los fundamentalistas islámicos se unieron a los grupos terroristas de los que ya se les acusaba de formar parte.
En cuarto lugar, para un país supuestamente preocupado por el terrorismo internacional, EE.UU no ha hecho nada para poner freno a uno de sus más estrechos aliados, Reino Unido, cuyos sucesivos gobiernos han dado refugio a varios extremistas islámicos que reclutaron para Somalia.
Fuente:
https://thegrayzone.com/2021/08/13/in-somalia-the-us-is-bombing-the-very-terrorists-it-created/
Por CLARA LÓPEZ GONZÁLEZ PARA CANARIAS-SEMANAL.ORG.-
La razón oficial del bombardeo de Somalia en julio pasado, dada por el Pentágono, es que el Ejército Nacional Somalí necesitaba apoyo aéreo en su lucha contra al-Shabaab. La razón real es que Somalia es un punto de importancia estratégica para el imperio USA por su situación en el Mar Rojo, importante vía de tránsito comercial, y el Golfo de Adén en cuya orilla opuesta se halla el Yemen.
Algunos antecedentes para entender el conflicto somalí
Fue la injerencia internacional lo que llevó a Somalia al conflicto civil. El país africano declaró su independencia en 1960. Sus áreas británicas e italianas se unieron formando una sola nación cuyo gobierno encabezaron el presidente Aden Abdullah Osman y el primer ministro Abdirashid Ali Shermarke, que después alcanzaría la presidencia. La mayoría de partidos políticos se fundieron con la Liga Somalí de la Juventud para crear, de hecho, un único partido de Estado.
La vecina Etiopía, con el respaldo de Occidente, bloqueó los intentos diplomáticos de Somalia para recuperar la región de Ogaden. El presidente Abdirashid, que recibió asistencia militar de la URSS, fue asesinado por un policía y le sucedió el General Said Barre en 1969, que gobernó hasta su derrocamiento en 1991.
Pero ya a comienzos de la década de 1970, un informe de la CIA hablaba de que la alianza soviético-somalí era una de conveniencia en la que había mutua desconfianza. Tras el fracaso de Barre en recuperar la región de Ogaden y su rechazo explícito a la ayuda y la ideología soviética, EE.UU le consideró su cliente. En 1977, altos cargos políticos estadounidenses resaltaban la “ruptura de Somalia con la Unión Soviética”.
Desde entonces, hasta 1989, EE.UU inyectó casi 600 millones de dólares en ayuda militar al gobierno de Barre para apartarle más de la esfera de influencia soviética. Barre utilizó este refuerzo militar -que pasó de 3.000 a 120.000 efectivos- para aplastar a su rival el Movimiento Nacional Somalí, matando a decenas de miles de civiles y expulsando a un millón de personas de sus hogares.
Pero la coalición que derrocó a Barre en 1991 se deshizo y las facciones rivales libraron una guerra civil que provocó hambruna y mató a otras 300.000 personas en los dos primeros años. La ONU intervino para repartir comida a la población civil. Y EE.UU vio la oportunidad de poner a prueba la nueva doctrina de la “intervención humanitaria” en lo que se llamó “Operación Restaurar la Esperanza”. El presidente George W. Bush dijo que el objetivo era “salvar a miles de inocentes de la muerte”.
Sin embargo, una versión mucho más cercana a la verdad la expresó un militar estadounidense en su tesis doctoral: “En toda nuestra implicación en Somalia, nuestro objetivo estratégico supremo fue simplemente adquirir y conservar la capacidad para responder a cualquier contingencia militar que pudiera amenazar los intereses de EE.UU en Oriente Medio, el Norte de África y el Mar Rojo”.
La Operación Restaurar la Esperanza acabó en fiasco para EE.UU debido al famoso incidente del Black Hawk Down que mató a miles de somalíes - “Yo no cuento cuerpos” dijo el Comandante Zinni en una misión posterior.
En 1999 se formó en la vecina Djibuti un Gobierno Nacional de Transición que se hizo con el poder en la capital de Somalia, Mogadiscio. Simultáneamente, Sufíes y Salafistas -la “izquierda” y la “derecha" del Islamismo- formaban una coalición llamada Unión de Cortes Islámicas (en adelante UCI) que fue ganando terreno político y geográfico.
El Gobierno Nacional de Transición colapsó en 2004 y fue reemplazado por un Gobierno Federal de Transición (en adelante GFT) fundado en Kenia con el apoyo del aliado etíope Abdullahi Yusuf, hombre arropado por Gran Bretaña.
Somalia: un conveniente objetivo en la “guerra contra el terror”
Tras los ataques a las Torres Gemelas el 11 de septiembre de 2001, y bajo la rúbrica de la “guerra contra el terror”, la CIA contribuyó a aumentar el caos político en Somalia financiando bajo cuerda a “señores de la guerra” no islamistas, incluidos los que EE.UU había combatido previamente en la década de 1990. El objetivo era matar y capturar a los miembros de UCI y otros islamistas. Las Fuerzas Especiales de EE.UU establecieron una red de operaciones y vigilancia en el país, supuestamente para combatir a al-Qaeda.
En 2003, por ejemplo, agentes estadounidenses secuestraron a un hombre inocente, Suleiman Abdullah Salim, de un hospital de Mogadiscio. Convencidos de era militante de al-Qaeda, lo torturaron en uno de los lugares secretos de detención mantenidos por la CIA antes de soltarlo (quienes lo secuestraron fueron informados por un “señor de la guerra” que estaba pagado por la propia CIA).
Un dato interesante para tener en cuenta es que uno de los significados de la palabra árabe “al-Qaeda” es “base de datos”, que hace referencia al archivo digital que contiene la información de las decenas de miles de mujayidines que fueron entrenados, armados y financiados por EE.UU y Gran Bretaña en la década de 1980 para combatir la influencia soviética (Operación Ciclón).
En 2003, las Fuerzas Combinadas de EE.UU en el Cuerno de África comenzaron a entrenar al ejército de Etiopía, lo que después serviría para combatir a la coalición UCI. Los medios occidentales empezaron a presentar una imagen de dicha coalición como una organización extremista, aunque tenía buena acogida entre la población de las áreas que controlaba por facilitar servicios sociales.
Mientras los grandes pesqueros occidentales esquilmaban las reservas pesqueras de Somalia, la propaganda mediática denunciaba a los “piratas” que atacaban los barcos euro-americanos. Y, con el entrenamiento y apoyo logístico de EE.UU y Gran Bretaña, Etiopía invadía Somalia a finales de 2006, para instaurar el mencionado Gobierno Federal de Transición (GFT) presidido por Abdullahi.
Esto en medio de una brutal guerra que provocó el éxodo de más de un millón de personas. Decenas de miles cruzaron el Golfo de Adén hacia el Yemen en pequeñas embarcaciones dirigidas por traficantes. Cientos de miles acabaron en campos de refugiados en Etiopía y Kenia, donde las mujeres y las niñas fueron violadas.
El GFT aterrorizó al pueblo somalí. Uno de los pocos periodistas británicos que informaban en aquel momento, Aidan Hartley, escribió: “Varios líderes somalíes que han estado implicados en alegados crímenes contra multitud de civiles llevan dobles vidas en Gran Bretaña. Al General Mohamed Darwish, jefe de la Agencia de Seguridad Nacional del Gobierno Federal de Transición, se le otorgó la nacionalidad británica y goza de prestaciones sociales y subsidios de vivienda”.
La unidad de privatización del Departamento para el Desarrollo Internacional (hoy parte del Foreign Office) pagó los salarios de los políticos del GFT y compró radios y vehículos a la policía. En 2011, toda esta financiación incluía el entrenamiento de 3.000 policías en Somalia y la contratación de mercenarios que habían pertenecido al Servicio Especial Naval de Reino Unido, a los que se prometió una paga de hasta 1.500 libras diarias.
Las consecuencias para los civiles somalíes fueron devastadoras. Además del enorme flujo de refugiados, la inestabilidad causada por la guerra desencadenó otra hambruna al obstaculizar las ayudas y expulsar a la población de las zonas cercanas a los centros de distribución de alimentos.
Transformar Somalia en un paraíso extremista
El Comando de África o AFRICOM lo fundó en 2007 Georg W. Bush con el objetivo de hacer que los países africanos de la costa del Mar Rojo -Djibuti, Eritrea, Somalia y Sudán- se plegaran a los intereses de las elites estadounidenses.
En enero de ese año, George W. Bush bombardeaba objetivos de “al-Qaeda” en Somalia. Al-Shabaad, entonces dirigido por Ahmed Abdi Godane, que había sido secretario de UCI en sus primeros momentos, sobrevivió a la ruptura de esta coalición en ese año. El Consejo de Seguridad de la ONU autorizó entonces a la Unión Africana a ocupar Somalia con “fuerzas de pacificación”. En esta misión, la integrada por EE.UU se llamó AMISON.
El presidente Abdullahi, respaldado por los británicos, renunció en 2008 y fue reemplazado por el ex-líder de UCI, el más moderado Sheikh Sharif Sheikh Ahmed. Éste se reunió con la Secretaria de Estado de Obama, Hillary Clinton, en 2009, que prometió apoyo estadounidense al GFT en su lucha contra la que fuera su ala armada, al-Shabaad.
Un estudio de West Point señala que en 2009 al-Shabaad “logró imponer un período de relativa estabilidad en gran parte del territorio que controlaba”, justo como la UCI anteriormente. Al-Shabaab era un grupo relativamente moderado: “su liderazgo buscó un acercamiento pragmático a los clanes de donde reclutó a sus jefes y bases, a diferencia de otras facciones armadas somalíes”.
Pero el grupo cometió algunos errores tácticos, como las Ofensivas del Ramadán (2009-2010) contra el GFT y las fuerzas de AMISON en Mogadiscio. Debilitado al-Shabaad, Godane lo fusionó con al-Qaeda en 2011. Los terroristas apoyados por Gran Bretaña afluyeron en masa a Somalia para unirse a Godane. De hecho, una cuarta parte de los combatientes de Shabaab provenían del Reino Unido. Muchos habían sido radicalizados por Abu Qatada, hombre descrito como “mano derecha en Europa” de Bin Laden y que estaba protegido por el servicio interno de seguridad del británico M15.
Podría pensarse que la administración Biden no ha aprendido nada de las décadas de injerencia en Somalia. Sin embargo, las sucesivas administraciones estadounidenses entendieron perfectamente que agitando las aguas del extremismo y confiando en la propaganda se obtienen multitud de excusas para ocupar otros países.
EE.UU creó al-Shabaad de varias maneras. Primero, tensó las relaciones entre islamistas y no islamistas al apoyar a “señores de la guerra” seculares contra la UCI a mediados de los 2000, lo cual alienó a las facciones moderadas de UCI y envalentonó a los extremistas. En segundo lugar, y más importante, Washington apoyó la invasión de Etiopía en 2006, desencadenando una catástrofe entre la población civil, muchos de los cuales abrazaron la línea dura islamista porque imponía cierto grado de ley y orden.
En tercer lugar, al presentar a la nación nómada sufí de Somalia como núcleo de salafistas extremistas, Occidente y sus medios de propaganda crearon una profecía auto-cumplida, porque finalmente los fundamentalistas islámicos se unieron a los grupos terroristas de los que ya se les acusaba de formar parte.
En cuarto lugar, para un país supuestamente preocupado por el terrorismo internacional, EE.UU no ha hecho nada para poner freno a uno de sus más estrechos aliados, Reino Unido, cuyos sucesivos gobiernos han dado refugio a varios extremistas islámicos que reclutaron para Somalia.
Fuente:
https://thegrayzone.com/2021/08/13/in-somalia-the-us-is-bombing-the-very-terrorists-it-created/
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