¡VAYA MIERDA DE DEMOCRACIA!
"En España nos secuestraron la democracia hace ahora más de ochenta años"
Cada vez que se aproximan elecciones, sean estas nacionales o autonómicas, no puedo evitar caer en sombrías reflexiones - escribe Tomás F. Ruiz - sobre nuestra supuesta democracia (...).
Por TOMÁS F. RUIZ PARA CANARIAS-SEMANAL.ORG.-
Cada vez que se aproximan elecciones, sean estas nacionales o autonómicas, no puedo evitar caer en sombrías reflexiones sobre nuestro sistema democrático, una supuesta democracia por la que toda la clase política se rasga las vestiduras para proclamarla la más justa, representativa y perfecta del mundo. La fortaleza de una democracia no se mide, como muchos dictaminan, en la tolerancia que tenga hacia todo tipo de ideologías. La fortaleza de una democracia se mide en los mecanismos que desarrolle para impedir que fuerzas políticas totalitarias atenten contra su sistema representativo. Resulta francamente extraño que esa fortaleza democrática se aplique solamente contra aquellos ciudadanos que reclaman un referéndum -la forma más directa de representación democrática que existe. Por el contrario, esa fortaleza resulta extremadamente tolerante con aquellos otros que toman las calles y apalean a ciudadanos que se niegan a cantar el caralsol brazo en alto. Fotografías y numerosos testimonios audiovisuales demuestran que la policía está entre ellos para permitirles todo tipo de desmanes, darles palmaditas en la espalda y alentarlos en sus bravuconadas de perros fascistas.
Nuestra tolerante clase política
En España nos secuestraron la democracia hace ahora más de ochenta años, cuando una manada de hienas fascistas, apoyadas por Hitler y Mussolini, dieron un golpe de Estado contra el régimen republicano legítimamente establecido, asesinaron sin escrúpulos a cerca de un millón de seres humanos e impusieron la dinámica de poder totalitario que entonces se exportaba desde la Alemania nazi: yo mando, tú obedeces y quien se oponga a mi santa voluntad, lo encarcelo, lo torturo y lo fusilo sin miramientos.
El fin de la segunda guerra mundial ofreció a España la posibilidad de recuperar su democracia pero traidores a la historia, como fueron Winston Churchil y Harry S. Truman, impidieron a las tropas aliadas liberarla de la bestia inmunda que la había secuestrado. El psicópata de voz aflautada -aquel de cuyo nombre no quiero acordarme y que se hacía llamar General Íssimo- murió hace ya casi medio siglo, pero la rabia que sembró sigue intacta.
En España no habrá democracia mientras no se recupere la aplastada legalidad republicana. No tenemos democracia desde el momento en que se sigue encarcelando, torturando y asesinando impunemente a presos políticos en los cuarteles de la Benemérita y en las comisarías de policía (nacional o autonómica, mota tanto, tanto monta). El más vergonzoso ejemplo de esta cruel realidad es la conjura que todas las fuerzas “democráticas” llevaron a cabo en el parlamento -hace apenas un mes- para evitar que los asesinos de Mikel Zabalza fueran identificados y castigados. Este tipo de comportamientos “democráticos” de que hace gala nuestra “tolerante” clase política, especialmente en momentos preelectorales, me produce nauseas y me dan ganas de vomitar sobre sus impolutas urnas.
La farsa de la transición
En España no hay democracia desde el momento en que los 591 asesinatos que, ayudados por sus aliados ultraderechistas, cometieron las fuerzas del orden público durante la transición (datos del diario Público) siguen sin ser juzgados o, en caso de haberlo sido, los asesinos convictos y sus cómplices del Estado fueron indultados. En España no hay democracia porque se permite que un partido que defiende, justifica y ampara estos crímenes, un partido que enaltece al criminal Franco y a todos sus sucesores, un partido que impone su ley en las calles, con la connivencia de la policía y la complicidad de los jueces, tenga representación parlamentaria.
Un partido cuyos miembros alardean en sus manifestaciones de símbolos fascistas, levantan el brazo al estilo nazi e incluso enarbolan banderas con cruces gamadas, sería inmediatamente desmantelado en cualquier otra democracia europea y sus líderes encarcelados por el peligro público que representan. En la “tolerante” democracia española, sin embargo, no solamente no se disuelve a un partido de clara e insultante simbología nazi (como es Vox), sino que se le permite presentarse a las elecciones, clamar a voz en grito contra los derechos humanos desde sus escaños y difundir su ideología totalitaria e intolerante. El Tercer Reich alemán fue un buen ejemplo de qué abominables atrocidades es capaz de cometer un partido fascista cuando se le deja presentarse a las elecciones y tomar el poder.
La Gestapo de Vox
Es triste tener que recordar una vez más que los pueblos que no conocen su historia están condenados a repetirla. Es triste tener que contemplar como esos bravucones falangistas de ultraderecha que forman la encubierta Gestapo de Vox, nazis que pululan por las calles provocando a ciudadanos, apaleando mujeres y enfrentándose, en razón de cuatro contra uno, a aquellos que se atreven a oponérseles, actúan con la connivencia de la policía y el amparo de la justicia. Es triste comprobar cómo ascienden al poder gracias a sus tácticas de aterrorizar a la población, tal y como hicieron las “camisas pardas” de Hitler en los años treinta. Es triste que ningún líder de nuestra supuesta “izquierda parlamentaria” exija la inmediata ilegalización de Vox por ser un partido fascista, justificar abiertamente la violencia como camino para hacerse con el poder y enaltecer el terrorismo de todos aquellos criminales militares que provocaron la guerra civil española.
Es triste -y francamente preocupante- que sigan “libres y sueltos” todos aquellos militares que el pasado año firmaron un manifiesto para fusilar a 26 millones de españoles, en vez de procesarlos y encarcelados por sedición para impedir que hagan más daño a un país que lleva ochenta años manteniéndoles sus privilegios. Desde el parlamento y a preguntas de un diputado, Vox confirmó que, efectivamente, esos militares que querían fusilar a 26 millones de ciudadanos eran parte de “su gente” (https://www.youtube.com/watch?v=Q4djZ3W1BYU).
Es triste, en una palabra, que sigamos con el sambenito de “Spain is different” ante Europa, que nuestra democracia sea una mierda que sólo sirve para salvaguardar privilegios franquistas, que el gobierno de “izquierdas” que tenemos peque de tanta y tan insultante cobardía a la hora de defender la legalidad y de hacer de este país un lugar digno, una democracia real donde se persiga el terrorismo fascista y donde a partidos como Vox no se les permita seguir rindiendo culto desde sus escaños a sus predecesores del Tercer Reichstag.
Por TOMÁS F. RUIZ PARA CANARIAS-SEMANAL.ORG.-
Cada vez que se aproximan elecciones, sean estas nacionales o autonómicas, no puedo evitar caer en sombrías reflexiones sobre nuestro sistema democrático, una supuesta democracia por la que toda la clase política se rasga las vestiduras para proclamarla la más justa, representativa y perfecta del mundo. La fortaleza de una democracia no se mide, como muchos dictaminan, en la tolerancia que tenga hacia todo tipo de ideologías. La fortaleza de una democracia se mide en los mecanismos que desarrolle para impedir que fuerzas políticas totalitarias atenten contra su sistema representativo. Resulta francamente extraño que esa fortaleza democrática se aplique solamente contra aquellos ciudadanos que reclaman un referéndum -la forma más directa de representación democrática que existe. Por el contrario, esa fortaleza resulta extremadamente tolerante con aquellos otros que toman las calles y apalean a ciudadanos que se niegan a cantar el caralsol brazo en alto. Fotografías y numerosos testimonios audiovisuales demuestran que la policía está entre ellos para permitirles todo tipo de desmanes, darles palmaditas en la espalda y alentarlos en sus bravuconadas de perros fascistas.
Nuestra tolerante clase política
En España nos secuestraron la democracia hace ahora más de ochenta años, cuando una manada de hienas fascistas, apoyadas por Hitler y Mussolini, dieron un golpe de Estado contra el régimen republicano legítimamente establecido, asesinaron sin escrúpulos a cerca de un millón de seres humanos e impusieron la dinámica de poder totalitario que entonces se exportaba desde la Alemania nazi: yo mando, tú obedeces y quien se oponga a mi santa voluntad, lo encarcelo, lo torturo y lo fusilo sin miramientos.
El fin de la segunda guerra mundial ofreció a España la posibilidad de recuperar su democracia pero traidores a la historia, como fueron Winston Churchil y Harry S. Truman, impidieron a las tropas aliadas liberarla de la bestia inmunda que la había secuestrado. El psicópata de voz aflautada -aquel de cuyo nombre no quiero acordarme y que se hacía llamar General Íssimo- murió hace ya casi medio siglo, pero la rabia que sembró sigue intacta.
En España no habrá democracia mientras no se recupere la aplastada legalidad republicana. No tenemos democracia desde el momento en que se sigue encarcelando, torturando y asesinando impunemente a presos políticos en los cuarteles de la Benemérita y en las comisarías de policía (nacional o autonómica, mota tanto, tanto monta). El más vergonzoso ejemplo de esta cruel realidad es la conjura que todas las fuerzas “democráticas” llevaron a cabo en el parlamento -hace apenas un mes- para evitar que los asesinos de Mikel Zabalza fueran identificados y castigados. Este tipo de comportamientos “democráticos” de que hace gala nuestra “tolerante” clase política, especialmente en momentos preelectorales, me produce nauseas y me dan ganas de vomitar sobre sus impolutas urnas.
La farsa de la transición
En España no hay democracia desde el momento en que los 591 asesinatos que, ayudados por sus aliados ultraderechistas, cometieron las fuerzas del orden público durante la transición (datos del diario Público) siguen sin ser juzgados o, en caso de haberlo sido, los asesinos convictos y sus cómplices del Estado fueron indultados. En España no hay democracia porque se permite que un partido que defiende, justifica y ampara estos crímenes, un partido que enaltece al criminal Franco y a todos sus sucesores, un partido que impone su ley en las calles, con la connivencia de la policía y la complicidad de los jueces, tenga representación parlamentaria.
Un partido cuyos miembros alardean en sus manifestaciones de símbolos fascistas, levantan el brazo al estilo nazi e incluso enarbolan banderas con cruces gamadas, sería inmediatamente desmantelado en cualquier otra democracia europea y sus líderes encarcelados por el peligro público que representan. En la “tolerante” democracia española, sin embargo, no solamente no se disuelve a un partido de clara e insultante simbología nazi (como es Vox), sino que se le permite presentarse a las elecciones, clamar a voz en grito contra los derechos humanos desde sus escaños y difundir su ideología totalitaria e intolerante. El Tercer Reich alemán fue un buen ejemplo de qué abominables atrocidades es capaz de cometer un partido fascista cuando se le deja presentarse a las elecciones y tomar el poder.
La Gestapo de Vox
Es triste tener que recordar una vez más que los pueblos que no conocen su historia están condenados a repetirla. Es triste tener que contemplar como esos bravucones falangistas de ultraderecha que forman la encubierta Gestapo de Vox, nazis que pululan por las calles provocando a ciudadanos, apaleando mujeres y enfrentándose, en razón de cuatro contra uno, a aquellos que se atreven a oponérseles, actúan con la connivencia de la policía y el amparo de la justicia. Es triste comprobar cómo ascienden al poder gracias a sus tácticas de aterrorizar a la población, tal y como hicieron las “camisas pardas” de Hitler en los años treinta. Es triste que ningún líder de nuestra supuesta “izquierda parlamentaria” exija la inmediata ilegalización de Vox por ser un partido fascista, justificar abiertamente la violencia como camino para hacerse con el poder y enaltecer el terrorismo de todos aquellos criminales militares que provocaron la guerra civil española.
Es triste -y francamente preocupante- que sigan “libres y sueltos” todos aquellos militares que el pasado año firmaron un manifiesto para fusilar a 26 millones de españoles, en vez de procesarlos y encarcelados por sedición para impedir que hagan más daño a un país que lleva ochenta años manteniéndoles sus privilegios. Desde el parlamento y a preguntas de un diputado, Vox confirmó que, efectivamente, esos militares que querían fusilar a 26 millones de ciudadanos eran parte de “su gente” (https://www.youtube.com/watch?v=Q4djZ3W1BYU).
Es triste, en una palabra, que sigamos con el sambenito de “Spain is different” ante Europa, que nuestra democracia sea una mierda que sólo sirve para salvaguardar privilegios franquistas, que el gobierno de “izquierdas” que tenemos peque de tanta y tan insultante cobardía a la hora de defender la legalidad y de hacer de este país un lugar digno, una democracia real donde se persiga el terrorismo fascista y donde a partidos como Vox no se les permita seguir rindiendo culto desde sus escaños a sus predecesores del Tercer Reichstag.
Itziar , Amurrio | Miércoles, 24 de Marzo de 2021 a las 08:33:50 horas
Certero análisis sobre nuestro pasado y presente , radiografía de un país donde los que torturan y sus mecenas tienen la autoridad moral de llamar terrorista a los que protestan , donde 894 tertulianos tienen el cuajo de repetir al mismo tiempo que en una democracia no puede haber presos políticos y que los presos políticos son delincuentes , bandoleros o a lo peor terroristas .. Y lo que más daño hace que una parte importante de la población que pasa hambre, millones ,( sí , hasta esos extremos hemos llegado !! ) porque ya no queda ni aquel espejismo propagandístico del pseudo estado del bienestar que nos vendían , quedan las colas del hambre .
Dos preguntas , Qué pensarían del Psoe , Podemos , I.u y del resto de la " izquierda" todos aquellos que fueron encarcelados , torturados , asesinados desde 1936 hasta nuestros días , Y qué piensan de ellos los que estàn en las colas del hambre ? . Y la siguiente pregunta es : Y qué pensarían de nosotros ? , y qué piensan de nosotros los que hacen cola hoy y no pueden dar de comer a sus hijos ?.
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