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Lunes, 23 de Noviembre de 2020 Tiempo de lectura:

LA MODÉLICA DEMOCRACIA ESTADOUNIDENSE: UN SISTEMA QUE POSIBILITA EL FRAUDE ELECTORAL

"El fraude electoral se da en todas las elecciones nacionales, tanto estatales como municipales"

La democracia estadounidense, que se presenta como el modelo de todas las democracias liberales, hace tiempo que está aquejada de profundas fallas. Y no es sólo el fraude electoral que supuestamente se ha producido en las últimas presidenciales, sino también el hecho de que el sistema electoral estadounidense es un lío descomunal al que los sistemas electrónicos de votación han venido a añadir mayor complejidad al tiempo que mayor facilidad para la trampa.

 

 

   Por EVA LAGUNERO PARA CANARIAS-SEMANAL.ORG.-

 

 

   Es un rasgo característico de las elecciones estadounidenses la escasa participación. Las celebradas recientemente se consideran excepción y récord histórico al estimarse en un 66%. Pero, aparte del abstencionismo voluntario, hay otros factores que inciden en la escasa concurrencia a las urnas.

 

 

   Para poder votar hay que registrarse antes, en cada elección, en unas oficinas de registro que se han ido reduciendo en número, lo que hace difícil a algunos trabajadores -para los que no hay días libres- trasladarse cuando la oficina más cercana está a varias millas de sus domicilios.

 

 

   Por otro lado, existe el fenómeno de la supresión de votantes (voter suppression) de las listas de registrados, táctica que han aplicado más los cargos republicanos, porque dicha supresión recae mayoritariamente en minorías raciales; aunque los demócratas no hacen nada por evitarlo.

 

 

   Tampoco ayuda que las elecciones sean en día laborable o que la población que ha estado presa -que no es cifra despreciable en la mayor cárcel del mundo- vea privado su derecho al voto de por vida todavía en muchos Estados.

 

 

   No obstante, la manipulación electoral no para en la supresión de votantes. A la complejidad que implica que cada Estado tenga su ley electoral, se añade la generalización en los años recientes de los sistemas electrónicos de votación, que facilitan aún más la comisión de fraudes, como llevan tiempo avisando algunos ingenieros informáticos sin que haya hecho ningún efecto.

 

 

   Según el periodista estadounidense Raúl Diego, a pesar de las pruebas que hay sobre lo vulnerables que son los sistemas electrónicos de votación de Estados Unidos, que abren el camino a masivas trampas electorales, buena parte del público estadounidense no es consciente de la magnitud del problema y de lo fácil que resulta manipular los resultados de las votaciones sin dejar rastro alguno.

 

 

 

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   Cuando al presidente de la Comisión Federal Electoral nombrado por Trump declaró al medio conservador Newsmax que se estaba produciendo fraude, Chris Krebs, director de la recientemente creada Cybersecurity & Infrastructure Security Agency (CISA) se apresuró a contestar: “No hay evidencia […] de borrado, pérdida o cambio de votos”.

 

 

   Una de las funciones de los centros de CISA es hacer cumplir el protocolo de seguridad de las elecciones dictado por el Department of Homeland Security (Ministerio de Interior). Precisamente la CISA, agencia federal, se creó dos años después de que se produjera un embarazoso incidente durante las elecciones generales de 2016, cuando el entonces secretario de estado -ahora gobernador- de Georgia, Brian Kemp, anunció que se habían producido ciber-ataques en los sistemas de votación y el rastreo les llevó hasta una agencia federal de policía.

 

 

   En 2020, la CISA estableció una “habitación de guerra 24/7” para prevenir el hacking. Su director, Chris Krebs, que lo había sido de la política de ciber-seguridad de Microsoft, puso su empeño en “monitorizar la red de cada uno de los sistemas electorales estatales simultáneamente hasta que fuese contado el último voto”.

 

 

   A medida que se iba acercando el día de los comicios, los medios estadounidenses comenzaron a alertar sobre la posible interferencia de ciber-guerreros rusos e iraníes en el proceso electoral; peligrosas alertas de una amenaza existencial a la democracia por parte de actores extranjeros que nunca se materializó, pero sirvió para poner nuevas medidas de seguridad en concierto con el sector privado.

 

   El hecho es que ni rusos ni iraníes tuvieron nunca, ni de lejos, el mismo grado de acceso al sistema electoral estadounidense que el cartel de empresas privadas de las máquinas electrónicas de votación, que actualmente controla más del 92% del mercado electoral estadounidense.

 

 

   Una ley poco conocida es la Help Amerca Vote Act (HAVA), que fue propuesta en 2001 por la administración Bush, aprobada por un Congreso dominado por los republicanos y con el voto unánime de un Senado dirigido por los demócratas. La ley entró en vigor once meses después y “aceleró en gran medida la completa computarización de las elecciones de EE.UU”, según Jonathan Simon, autor de Code Red, Computerized Election Theft and The New American Century en una entrevista con MintPress.

 

 

   En opinión de Simon, la ley iba dirigida a que los Estados adoptasen tecnologías del tipo de los sistemas de votación con pantallas táctiles, conocidas como DRE's, que más tarde se sustituyeron por sistemas de código de barras o BMD's, que “carecen completamente de mecanismos de ciber-seguridad para proteger el proceso cada vez más oculto que promueven”. Entre los autores de la referida ley estuvo el republicano Mitch McConnell, actual líder del Senado, que ha defendido el derecho de Trump a impugnar el resultado electoral.

 

 

   Los expertos de los dos principales partidos coinciden en que el fraude electoral ocurre con bastante frecuencia desde que se impusieron las máquinas electrónicas de votación. Son siete empresas las que las controlan: Dominion, ES&S, Tenex, SGO/Smartmatic, Hart InterCivic, Demtech y Premier (antes Diebold). A casi todas se las ha acusado de manipular los recuentos y otras irregularidades en sus sistemas.

 

 

   Jonathan Simon explica que

 

     “Buena parte de las máquinas que se usan para registrar y contar votos están equipadas con modem, lo que las deja muy vulnerables a la interferencia remota, o bien programadas mediante otras computadoras que están conectadas a Internet (como BMD's, DRE's o escáneres ópticos) o tabuladores centrales”.

 

 

   Aunque para la persona lega es prácticamente imposible desentrañar las complejidades subyacentes en la encriptación y la nube de tecnologías de las que se compone el actual sistema electoral de EE.UU, poca duda cabe de que el método de votación digital da al traste con los últimos vestigios que pudieran quedar de control ciudadano.

 

 

   El fraude electoral se da en todas las elecciones nacionales, tanto estatales como municipales. Desde las tácticas de supresión de votos a la directa manipulación de los resultados electorales, los dos partidos han usurpado los procesos electorales para, una vez más, mantenerse en el poder a base de mentiras y trampas. El aspecto más directo de una democracia -el voto- está desapareciendo detrás de una cortina de unos y ceros.

 

 

   Si algo hemos aprendido de las últimas elecciones estadounidenses es la poca o nula transparencia del sistema electoral de la que se postula como la democracia más avanzada del mundo, el peligro que representan las máquinas digitales de votación y cómo los dos partidos de la oligarquía las están utilizando para redoblar su guerra contra las clases trabajadoras.

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