
LA GUERRA (BIOLÓGICA) QUE ASOLA EL MUNDO
"En este enfrentamiento sui géneris ambos bandos están utilizando el agente Wuhan”
En el enfrentamiento de carácter global entre imperio (decadente) norteamericano y el bloque asiático (emergente) formado por Rusia y China ambos bandos han venido utilizando -sostiene el coronel Amadeo Martínez Inglés - en la que ya se puede hablar sin remilgos de ninguna clase como la III Guerra Mundial, el llamado " agente Wuhan” (...).
CORONEL AMADEO MARTÍNEZ INGLÉS (*) PARA CANARIAS-SEMANAL.ORG.-
Esta brutal guerra biológica que padecemos a día de hoy los humanos, esta pseudo pandemia clasificada enseguida como tal por la OMS basándose única y exclusivamente en criterios científicos, está actuando más bien siguiendo planteamientos operativos propios (estratégicos, tácticos y logísticos) de una confrontación bélica, con fines económicos, de poder mundial y de destrucción del enemigo, coordinados a su vez con objetivos muy claros de guerra psicológica y cibernética, estando enmarcada la totalidad de la operación en una de las primeras fases de la guerra global de cuarta generación (híbrida, subordinada, asimétrica, psicológica, económica, tecnológica, cibernética…) que desde hace ya algunos años enfrenta al imperio (decadente) norteamericano con el bloque asiático (emergente) formado por Rusia y China.
En este enfrentamiento sui géneris de carácter global ambos bandos han venido utilizando en principio, desde finales del pasado año 2019, como punta de lanza en la que ya se puede hablar sin remilgos de ninguna clase como la III Guerra Mundial, el ya famoso “agente Wuhan” (un agente presuntamente “armamentizado” por EEUU, es decir, operativo a través de un arma o vector ad hoc) de la familia de los coronavirus, identificado en principio por los epidemiólogos como SARS-COV-2 y más tarde por la OMS como covid-19 y al que en la actualidad deberíamos dirigirnos todos los humanos como covid-20 puesto que ha mutado lo suyo. En efecto, según informaciones de última hora de expertos de la Universidad del Noroeste de EEUU lo ha hecho a través de la proteína “S”, también denominada de pico o espícula, una molécula que favorece la entrada del patógeno en las moléculas humanas favoreciendo así su rápida expansión aunque, parece ser, disminuyendo su letalidad.
DATOS DE LA GUERRA BIOLÓGICA A DÍA DE HOY
EE.UU.- CDC (Según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades)
Contagiados: 5.257.626
Fallecidos: 167.265
CHINA .- Datos oficiales a 15-08-2020
Contagiados: 84.808
Fallecidos: 4.634
RUSIA .- Datos oficiales a 15-08-2020
Contagiados: 917.884
Fallecidos: 15.498
AMÉRICA (en su conjunto).- Datos de la OMS a 15-08-2020
Contagiados: 11.200.000
Fallecidos: 410.483
EUROPA (en su conjunto).- Datos de la OMS a 15-08-2020
Contagiados: 3.700.000
Fallecidos: 213.000
MUNDO .- Datos de la OMS a 15-08-2020
Contagiados: 21.026.758
Fallecidos: 755.000
BAJAS SUFRIDAS POR LOS CONTENDIENTES PRIMARIOS DE LA GUERRA (BIOLÓGICA) QUE TRATAMOS
-
EE.UU (Presunto iniciador de las hostilidades biológicas)
BAJAS: Heridos (contagiados): 5.257.626
Muertos: 167.265
-
BLOQUE ORIENTAL (RUSIA-CHINA)
BAJAS: Heridos (contagiados): 1.002.692
Muertos: 20.132
RESUMEN:
-
Bando ganador guerra biológica a 17 de agosto de 2020)
INDISCUTIBLEMENTE, El BLOQUE ORIENTAL QUE CON PÉRDIDAS HUMANAS Y DAÑOS ECONÓMICOS, SOCIALES Y POLÍTICOS SENSIBLEMENTE MENORES A LOS DE SU ADVERSARIO, NO SOLO HA SABIDO CONTROLAR EL ATAQUE SINO QUE LE HA INFRINGIDO, A TRAVÉS DE UNA RESPUESTA SECRETA PERO EFICAZ DE SUS AGENTES ARMAMENTÍSTICOS PROPIOS, UN DAÑO IRREPARABLE EN VIDAS HUMANAS Y UN DEMOLEDOR CASTIGO ECONÓMICO Y SOCIAL.
DAÑOS COLATERALES EN LA GRAN GUERRA BIOLÓGICA DEL SIGLO XXI COVID-19 A 17 DE AGOSTO DE 2020. (Ha habido ataques biológicos numerosos y, por supuesto, ilegales y con numerosas víctimas civiles en la II Guerra Mundial, Corea, Vietnam, Cuba, Siria…)
EN EL MUNDO NO CONTENDIENTE: Contagiados: 14.766.440
Muertos: 567.603
Pues adelantados, de momento, los datos absolutamente necesarios para que el lector pueda hacerse cargo, siquiera someramente, de la tragedia bélica (más que pandémica) que en estos momentos acogota al mundo entero, pasemos ya a explicitarla de manera un tanto coloquial para evitar así entrar en una suerte de conferencia magistral que para nada serviría ahora:
En febrero de este año, cuando la posteriormente denominada pandemia del covid-19 era apenas un muy localizado problema de salud asentado en la ciudad china de Wuhan, con pequeñas exportaciones epidemiológicas a otras áreas del gigante asiático y a muy controladas naciones de su entorno, en un artículo publicado en Canarias Semanal bajo el título de “El coronavirus ¿arma de guerra?” me permití alertar a los lectores españoles sobre el alcance que dicho problema de salud, radicado de momento en territorios muy concretos de China, podía suponer en un futuro no muy lejano a nivel global. Por la sencilla razón de que aquello, por lo menos para un militar profesional con conocimientos en todo tipo de guerras modernas, incluida la denominada por los militares yanquis de “cuarta generación” y que con esa denominación ha pasado ya a los manuales de Estado Mayor, apuntaba maneras muy concretas de “guerra biológica”.
Aquel trabajo, con cierto riesgo de ser manipulado, tergiversado, despreciado e, incluso, atacado con saña por personas legas en la materia, no tuvo ninguna respuesta negativa o descalificadora, todo lo contrario, abriría el camino para que destacados personajes muy profesionales del mundo militar, científico, político y periodístico, incluidos jefes de Estado y altos cargos políticos de la propia China (el ministerio de Exteriores del gigante asiático asumió públicamente que lo de Wuhan había sido un ataque biológico a cuenta de EEUU y, como no podía ser de otra manera, el presidente Trump cargó la responsabilidad de la epidemia de Wuhan a manipulaciones de los laboratorio del Ejército Popular Chino) se sumaran a la denominada por algunos analfabetos funcionales en cuestiones bélicas como “teoría conspiranóica” de la pandemia. Todo esto lo puede comprobar el lector/a entrando en Google y deleitándose, es un decir, leyendo multitud de artículos que ¡qué casualidad! inciden con determinación, y cierta alegría en la tesis bélico/biológica que este historiador endosó desde el principio a la pseudo epidemia inicial china.
Pues a fecha de hoy, tras meses por delante de confinamientos, contagiados, recuperados, fallecidos, gastos inconmensurables a nivel mundial y, sobre todo, después de estudiar exhaustivamente a nivel personal bajo el punto de vista castrense pero apoyándome con todo rigor en los datos y evoluciones que sobre el dramático problema de salud mundial que comentamos han venido facilitando a diario las administraciones de decenas de países que han sufrido altas tasas de contagio…vuelvo a incidir, con total determinación y sin ninguna dosis de autocensura o miedo escénico, sobre la famosa “pandemia del siglo XXI”. Para tratar de ampliar los conocimientos que sobre este preocupante asunto tienen los angustiados ciudadanos de un país como el nuestro que, en relación con la gestión realizada por el Ejecutivo que le tocó luchar (y vencer) al enemigo invisible puesto en circulación en Wuhan (China) pero nacido (con altísimas probabilidades por no decir certeza absoluta) en los secretos laboratorios de guerra biológica del departamento de defensa de los EE.UU, no les queda más remedio que ponerle un cero absoluto en previsión, operatividad, profesionalidad, determinación, saber político… etc, etc. Se puede decir esto más alto pero no más claro: Un Gobierno que por negligencia profesional e imprevisión culposa es y será presuntamente culpable de la muerte de más de cuarenta y cinco mil (28.000, según las cifras oficiales) ciudadanos españoles que, con otro tipo de actuaciones más acordes con el tremendo desafío encajado, hubieran podido salvar sus vidas. Como ha ocurrido en otros países de igual o menor estatus político, social y económico. ¡Pero, nada, ahí tienen ustedes al señor presidente que nos gobierna, es un decir, volando en Falcon de acá para allá, vegetando en un palacio real canario, tan contento consigo mismo y con sus adláteres televisivos que dan grima nada más verlos! ¡Cámbielos de una puñetera vez, hombre!
Retomo mi relato bélico/biológico, amigo lector/a, y como he empezado este trabajo surtiéndole de manera inmisericorde datos y más datos sobre el tremendo asunto que a día de hoy quita el sueño a la humanidad entera (nunca me pude imaginar cuando estudiaba los soporíferos manuales sobre guerras irregulares que me tuve que tragar nada menos que en dos Escuelas de Estado Mayor y en tres o cuatro cursos suplementarios, algunos en el extranjero, que asistiría en vivo a toda una gran guerra biológica dentro del marco de otra gran guerra mundial ya en fase de desarrollo en sus fases iniciales) voy a presentarle ahora de manera lo más extractada posible como se ha desarrollado, bajo el punto de vista militar, la susodicha pandemia del siglo XXI y que para mí, y para bastantes militares y estrategas cualificados de varios países, de pandemia fortuita, nada de nada.
Todo este monstruoso lío del covid y demás, empezó en el otoño de 2019 con la peculiar ofensiva biológica ya comentada, lanzada con toda probabilidad por el Pentágono norteamericano y la CIA, con la aprobación segura del presidente de EEUU y la de su gabinete de seguridad nacional. Conociendo el presidente Trump (para eso tiene sus asesores) las enseñanzas, avaladas por los años, del historiador y militar griego Tucícides que nada menos que en el siglo V ac nos alertó a los humanos con su lapidaria y famosa profecía: “cuando una gran potencia mundial ve amenazado su liderazgo por otra emergente que aspira a destronarla, la única solución viable es la guerra (total y sin cuartel), no lo dudó un instante y tras el rotundo fracaso de su particular guerra comercial contra China que, comenzada en junio de 2018 acabaría en un humillante armisticio un año después, se vio en la obligación moral y política de autorizar a los muy escasos y muy profesionales expertos de la amplia parafernalia operativa que en el terreno de la Biología disponen las Fuerzas Armadas de ese país (departamento de Defensa, CIA, Cuerpo de Química, Centro de Investigaciones de Armas Biológicas para el Ejército de EEUU, Instituto de Investigaciones Médicas de Enfermedades Infecciosas USAMRIID…) para activar, en el máximo secreto y despreciando olímpicamente el Convenio de Armas Tóxicas y Biológicas firmado por su país y 138 naciones más en 1972, los “agentes biológicos armamentizados” que fueran necesarios para endosar a su adversario a nivel mundial y aspirante a dominar el mundo, la Gran China de hoy, primera potencia mundial por PIB y segunda en poderío militar, un duro castigo en las vertientes humana, social, política y, sobre todo, económica, que la hiciera retroceder en su exponencial hegemonía unas cuantas decenas de años.
La cosa funcionaría al principio (la sorpresa es una prioridad estratégica absoluta) y los chinos (con China hemos topado, otro error del analfabeto funcional Trump del tipo de los cometidos por Napoleón y Hitler con los rusos que como los chinos fuman en pipa y no se dejan avasallar por nadie) cogidos, como digo, por sorpresa vacilarían algunas semanas antes de reaccionar con profesionalidad, trabajo, disciplina y autoridad aislando al agente causante de la infección, controlando magistralmente los contagios, usando a mansalva los test necesarios para perimetrar el área del ataque, confinando territorios completos de la región de Wuhan y pasando inmediatamente al contrataque a través de agentes alternativos ad hoc, utilizando territorios vírgenes y vectores nuevos de naturaleza física, humana o animal y diseñando una estrategia operativa eficiente para acabar con el ataque biológico en muy pocos meses y con daños propios muy limitados. En la otra parte, el alocado presidente Trump, muy seguro de sí mismo, de su poder y del magistral golpe bajo asestado a la gran nación asiática, se permitiría el lujo de ningunear el peligro que “esa pequeña infección vírica aislada en Wuhan” representaba para la gran nación norteamericana, ya que era exclusivamente local, cerrando, de paso, el acceso a EEUU a los viajeros procedentes de China. El resultado de tamaña osadía del emperador yanqui está a la vista: 5.257.626 contagiados y 167.265 muertos. Una gran derrota en toda regla… y todavía el castigo oriental no ha terminado. Y no solo a él y al pueblo americano sino a todo el denominado mundo occidental (Europa y América latina) que han debido hacer frente, y todavía lo siguen haciendo, a una crisis humanitaria, económica, social y política sin precedentes en la historia.
Por su parte, Rusia, la otra gran nación involucrada en esta guerra biológica que estamos analizando por sus estrechos lazos geopolíticos y geoestratégicos con China, al hilo de la fabulosa reacción defensiva de ésta, ha sabido, por una parte, minimizar sus daños operativos humanos y económicos al nivel del de las naciones menos castigadas por la guerra y, por otra, sacar pingües beneficios de su colaboración con el gigante asiático con el que ha compartido substanciosa información biológica explotada de inmediato por sus avanzados laboratorios militares y civiles, lo que le ha permitido obtener la primera vacuna del mundo (la Spútnik V), no solo operativa para inactivar al agente inicial de la ofensiva norteamericana sino prácticamente a toda su especie viral. Hasta el presidente Putin, haciendo gala una vez más de su prepotencia militar y civil en alza exponencial, se ha permitido humillar hasta la exasperación a su colega Trump, ofreciéndole su ayuda para que los laboratorios yanquis aceleren la obtención de sus anunciadas y publicitadas vacunas anti covid.
Pues podía seguir, amigos, explicitando con bastante más detalle la inusual y atípica operación biológica de castigo anti chino puesta en marcha a finales del año pasado por EEUU que está resultando un fiasco, un rotundo fracaso, una debacle humana y económica de proporciones siderales, exportada a todo el mundo y de la que nos va a costar salir sobre todo a las naciones occidentales más desarrolladas cuyos PIB,s van a caer (están cayendo) en planeo hipersónico. En España, con un Ejecutivo incapaz, prepotente y chulesco que solo busca mantenerse como sea en el poder, lo tenemos, lo vamos a tener muy crudo. En estos momentos, en un alarde de masoquismo patrio e institucional, lo único que se le ha ocurrido para detener los contagios (que dicen que sufrimos en este país más que en ningún otro, lo que no es cierto), es “mascarillear” a todo dios, esté donde esté y haga lo que haga (un completo sinsentido), hacer miles y miles de análisis PCR también a todo dios (ahora que por fin ha conseguido disponer de ellos) y publicitar inconscientemente unos resultados que, lógicamente, tienen que ser elevados pues hasta ahora los únicos que resultaban positivos eran los pobres ciudadanos que acudían a los hospitales con síntomas moderados o graves. El resultado, demencial, de esta soberana estupidez inculpatoria es que España, ella solita, se ha convertido en territorio tóxico, peligroso, hostil, enfermizo, en un lazareto en el que millones de zombis sociales con la boca tapada deambulan pesarosos maldiciendo su suerte.
Y así, hasta cuando, se preguntará el lector/a ¿Cuál va a ser nuestro porvenir? Pues le tengo que contestar en vía profesional castrense:
“Amigo, esto es una guerra, estamos en guerra (de momento, biológica) no lo dude un instante por mucho que le digan lo contrario. Y lo malo es que podemos estar mucho peor en los próximos meses o años si los dirigentes de EEUU, del antiguo imperio americano, no recapacitan y buscan la paz con sus poderosos enemigos aunque pongan en cuestión su liderazgo mundial”.
Si así lo hicieran, y pronto, la cuestión del covid-19, del 20, quizás también del 21, se pueda resolver en unos meses, quizá en un par de años, aparte claro está la cuestión económica. Si no es así, si el loco Trump o su sucesor (da igual la persona) se empecina en dar la razón al historiador Tucícides y busca la confrontación para tratar de alargar un poder universal ya casi muerto… la III Guerra mundial, sea de cuarta generación o a lo bestia, será inevitable. Y hasta lo de la grotesca pandemia vírica de ahora (con mascarilla o sin ella) nos parecerá muy soportable.
(*) Amadeo Martínez Inglés es Coronel, Escritor e Historiador
CORONEL AMADEO MARTÍNEZ INGLÉS (*) PARA CANARIAS-SEMANAL.ORG.-
Esta brutal guerra biológica que padecemos a día de hoy los humanos, esta pseudo pandemia clasificada enseguida como tal por la OMS basándose única y exclusivamente en criterios científicos, está actuando más bien siguiendo planteamientos operativos propios (estratégicos, tácticos y logísticos) de una confrontación bélica, con fines económicos, de poder mundial y de destrucción del enemigo, coordinados a su vez con objetivos muy claros de guerra psicológica y cibernética, estando enmarcada la totalidad de la operación en una de las primeras fases de la guerra global de cuarta generación (híbrida, subordinada, asimétrica, psicológica, económica, tecnológica, cibernética…) que desde hace ya algunos años enfrenta al imperio (decadente) norteamericano con el bloque asiático (emergente) formado por Rusia y China.
En este enfrentamiento sui géneris de carácter global ambos bandos han venido utilizando en principio, desde finales del pasado año 2019, como punta de lanza en la que ya se puede hablar sin remilgos de ninguna clase como la III Guerra Mundial, el ya famoso “agente Wuhan” (un agente presuntamente “armamentizado” por EEUU, es decir, operativo a través de un arma o vector ad hoc) de la familia de los coronavirus, identificado en principio por los epidemiólogos como SARS-COV-2 y más tarde por la OMS como covid-19 y al que en la actualidad deberíamos dirigirnos todos los humanos como covid-20 puesto que ha mutado lo suyo. En efecto, según informaciones de última hora de expertos de la Universidad del Noroeste de EEUU lo ha hecho a través de la proteína “S”, también denominada de pico o espícula, una molécula que favorece la entrada del patógeno en las moléculas humanas favoreciendo así su rápida expansión aunque, parece ser, disminuyendo su letalidad.
DATOS DE LA GUERRA BIOLÓGICA A DÍA DE HOY
EE.UU.- CDC (Según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades)
Contagiados: 5.257.626
Fallecidos: 167.265
CHINA .- Datos oficiales a 15-08-2020
Contagiados: 84.808
Fallecidos: 4.634
RUSIA .- Datos oficiales a 15-08-2020
Contagiados: 917.884
Fallecidos: 15.498
AMÉRICA (en su conjunto).- Datos de la OMS a 15-08-2020
Contagiados: 11.200.000
Fallecidos: 410.483
EUROPA (en su conjunto).- Datos de la OMS a 15-08-2020
Contagiados: 3.700.000
Fallecidos: 213.000
MUNDO .- Datos de la OMS a 15-08-2020
Contagiados: 21.026.758
Fallecidos: 755.000
BAJAS SUFRIDAS POR LOS CONTENDIENTES PRIMARIOS DE LA GUERRA (BIOLÓGICA) QUE TRATAMOS
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EE.UU (Presunto iniciador de las hostilidades biológicas)
BAJAS: Heridos (contagiados): 5.257.626
Muertos: 167.265
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BLOQUE ORIENTAL (RUSIA-CHINA)
BAJAS: Heridos (contagiados): 1.002.692
Muertos: 20.132
RESUMEN:
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Bando ganador guerra biológica a 17 de agosto de 2020)
INDISCUTIBLEMENTE, El BLOQUE ORIENTAL QUE CON PÉRDIDAS HUMANAS Y DAÑOS ECONÓMICOS, SOCIALES Y POLÍTICOS SENSIBLEMENTE MENORES A LOS DE SU ADVERSARIO, NO SOLO HA SABIDO CONTROLAR EL ATAQUE SINO QUE LE HA INFRINGIDO, A TRAVÉS DE UNA RESPUESTA SECRETA PERO EFICAZ DE SUS AGENTES ARMAMENTÍSTICOS PROPIOS, UN DAÑO IRREPARABLE EN VIDAS HUMANAS Y UN DEMOLEDOR CASTIGO ECONÓMICO Y SOCIAL.
DAÑOS COLATERALES EN LA GRAN GUERRA BIOLÓGICA DEL SIGLO XXI COVID-19 A 17 DE AGOSTO DE 2020. (Ha habido ataques biológicos numerosos y, por supuesto, ilegales y con numerosas víctimas civiles en la II Guerra Mundial, Corea, Vietnam, Cuba, Siria…)
EN EL MUNDO NO CONTENDIENTE: Contagiados: 14.766.440
Muertos: 567.603
Pues adelantados, de momento, los datos absolutamente necesarios para que el lector pueda hacerse cargo, siquiera someramente, de la tragedia bélica (más que pandémica) que en estos momentos acogota al mundo entero, pasemos ya a explicitarla de manera un tanto coloquial para evitar así entrar en una suerte de conferencia magistral que para nada serviría ahora:
En febrero de este año, cuando la posteriormente denominada pandemia del covid-19 era apenas un muy localizado problema de salud asentado en la ciudad china de Wuhan, con pequeñas exportaciones epidemiológicas a otras áreas del gigante asiático y a muy controladas naciones de su entorno, en un artículo publicado en Canarias Semanal bajo el título de “El coronavirus ¿arma de guerra?” me permití alertar a los lectores españoles sobre el alcance que dicho problema de salud, radicado de momento en territorios muy concretos de China, podía suponer en un futuro no muy lejano a nivel global. Por la sencilla razón de que aquello, por lo menos para un militar profesional con conocimientos en todo tipo de guerras modernas, incluida la denominada por los militares yanquis de “cuarta generación” y que con esa denominación ha pasado ya a los manuales de Estado Mayor, apuntaba maneras muy concretas de “guerra biológica”.
Aquel trabajo, con cierto riesgo de ser manipulado, tergiversado, despreciado e, incluso, atacado con saña por personas legas en la materia, no tuvo ninguna respuesta negativa o descalificadora, todo lo contrario, abriría el camino para que destacados personajes muy profesionales del mundo militar, científico, político y periodístico, incluidos jefes de Estado y altos cargos políticos de la propia China (el ministerio de Exteriores del gigante asiático asumió públicamente que lo de Wuhan había sido un ataque biológico a cuenta de EEUU y, como no podía ser de otra manera, el presidente Trump cargó la responsabilidad de la epidemia de Wuhan a manipulaciones de los laboratorio del Ejército Popular Chino) se sumaran a la denominada por algunos analfabetos funcionales en cuestiones bélicas como “teoría conspiranóica” de la pandemia. Todo esto lo puede comprobar el lector/a entrando en Google y deleitándose, es un decir, leyendo multitud de artículos que ¡qué casualidad! inciden con determinación, y cierta alegría en la tesis bélico/biológica que este historiador endosó desde el principio a la pseudo epidemia inicial china.
Pues a fecha de hoy, tras meses por delante de confinamientos, contagiados, recuperados, fallecidos, gastos inconmensurables a nivel mundial y, sobre todo, después de estudiar exhaustivamente a nivel personal bajo el punto de vista castrense pero apoyándome con todo rigor en los datos y evoluciones que sobre el dramático problema de salud mundial que comentamos han venido facilitando a diario las administraciones de decenas de países que han sufrido altas tasas de contagio…vuelvo a incidir, con total determinación y sin ninguna dosis de autocensura o miedo escénico, sobre la famosa “pandemia del siglo XXI”. Para tratar de ampliar los conocimientos que sobre este preocupante asunto tienen los angustiados ciudadanos de un país como el nuestro que, en relación con la gestión realizada por el Ejecutivo que le tocó luchar (y vencer) al enemigo invisible puesto en circulación en Wuhan (China) pero nacido (con altísimas probabilidades por no decir certeza absoluta) en los secretos laboratorios de guerra biológica del departamento de defensa de los EE.UU, no les queda más remedio que ponerle un cero absoluto en previsión, operatividad, profesionalidad, determinación, saber político… etc, etc. Se puede decir esto más alto pero no más claro: Un Gobierno que por negligencia profesional e imprevisión culposa es y será presuntamente culpable de la muerte de más de cuarenta y cinco mil (28.000, según las cifras oficiales) ciudadanos españoles que, con otro tipo de actuaciones más acordes con el tremendo desafío encajado, hubieran podido salvar sus vidas. Como ha ocurrido en otros países de igual o menor estatus político, social y económico. ¡Pero, nada, ahí tienen ustedes al señor presidente que nos gobierna, es un decir, volando en Falcon de acá para allá, vegetando en un palacio real canario, tan contento consigo mismo y con sus adláteres televisivos que dan grima nada más verlos! ¡Cámbielos de una puñetera vez, hombre!
Retomo mi relato bélico/biológico, amigo lector/a, y como he empezado este trabajo surtiéndole de manera inmisericorde datos y más datos sobre el tremendo asunto que a día de hoy quita el sueño a la humanidad entera (nunca me pude imaginar cuando estudiaba los soporíferos manuales sobre guerras irregulares que me tuve que tragar nada menos que en dos Escuelas de Estado Mayor y en tres o cuatro cursos suplementarios, algunos en el extranjero, que asistiría en vivo a toda una gran guerra biológica dentro del marco de otra gran guerra mundial ya en fase de desarrollo en sus fases iniciales) voy a presentarle ahora de manera lo más extractada posible como se ha desarrollado, bajo el punto de vista militar, la susodicha pandemia del siglo XXI y que para mí, y para bastantes militares y estrategas cualificados de varios países, de pandemia fortuita, nada de nada.
Todo este monstruoso lío del covid y demás, empezó en el otoño de 2019 con la peculiar ofensiva biológica ya comentada, lanzada con toda probabilidad por el Pentágono norteamericano y la CIA, con la aprobación segura del presidente de EEUU y la de su gabinete de seguridad nacional. Conociendo el presidente Trump (para eso tiene sus asesores) las enseñanzas, avaladas por los años, del historiador y militar griego Tucícides que nada menos que en el siglo V ac nos alertó a los humanos con su lapidaria y famosa profecía: “cuando una gran potencia mundial ve amenazado su liderazgo por otra emergente que aspira a destronarla, la única solución viable es la guerra (total y sin cuartel), no lo dudó un instante y tras el rotundo fracaso de su particular guerra comercial contra China que, comenzada en junio de 2018 acabaría en un humillante armisticio un año después, se vio en la obligación moral y política de autorizar a los muy escasos y muy profesionales expertos de la amplia parafernalia operativa que en el terreno de la Biología disponen las Fuerzas Armadas de ese país (departamento de Defensa, CIA, Cuerpo de Química, Centro de Investigaciones de Armas Biológicas para el Ejército de EEUU, Instituto de Investigaciones Médicas de Enfermedades Infecciosas USAMRIID…) para activar, en el máximo secreto y despreciando olímpicamente el Convenio de Armas Tóxicas y Biológicas firmado por su país y 138 naciones más en 1972, los “agentes biológicos armamentizados” que fueran necesarios para endosar a su adversario a nivel mundial y aspirante a dominar el mundo, la Gran China de hoy, primera potencia mundial por PIB y segunda en poderío militar, un duro castigo en las vertientes humana, social, política y, sobre todo, económica, que la hiciera retroceder en su exponencial hegemonía unas cuantas decenas de años.
La cosa funcionaría al principio (la sorpresa es una prioridad estratégica absoluta) y los chinos (con China hemos topado, otro error del analfabeto funcional Trump del tipo de los cometidos por Napoleón y Hitler con los rusos que como los chinos fuman en pipa y no se dejan avasallar por nadie) cogidos, como digo, por sorpresa vacilarían algunas semanas antes de reaccionar con profesionalidad, trabajo, disciplina y autoridad aislando al agente causante de la infección, controlando magistralmente los contagios, usando a mansalva los test necesarios para perimetrar el área del ataque, confinando territorios completos de la región de Wuhan y pasando inmediatamente al contrataque a través de agentes alternativos ad hoc, utilizando territorios vírgenes y vectores nuevos de naturaleza física, humana o animal y diseñando una estrategia operativa eficiente para acabar con el ataque biológico en muy pocos meses y con daños propios muy limitados. En la otra parte, el alocado presidente Trump, muy seguro de sí mismo, de su poder y del magistral golpe bajo asestado a la gran nación asiática, se permitiría el lujo de ningunear el peligro que “esa pequeña infección vírica aislada en Wuhan” representaba para la gran nación norteamericana, ya que era exclusivamente local, cerrando, de paso, el acceso a EEUU a los viajeros procedentes de China. El resultado de tamaña osadía del emperador yanqui está a la vista: 5.257.626 contagiados y 167.265 muertos. Una gran derrota en toda regla… y todavía el castigo oriental no ha terminado. Y no solo a él y al pueblo americano sino a todo el denominado mundo occidental (Europa y América latina) que han debido hacer frente, y todavía lo siguen haciendo, a una crisis humanitaria, económica, social y política sin precedentes en la historia.
Por su parte, Rusia, la otra gran nación involucrada en esta guerra biológica que estamos analizando por sus estrechos lazos geopolíticos y geoestratégicos con China, al hilo de la fabulosa reacción defensiva de ésta, ha sabido, por una parte, minimizar sus daños operativos humanos y económicos al nivel del de las naciones menos castigadas por la guerra y, por otra, sacar pingües beneficios de su colaboración con el gigante asiático con el que ha compartido substanciosa información biológica explotada de inmediato por sus avanzados laboratorios militares y civiles, lo que le ha permitido obtener la primera vacuna del mundo (la Spútnik V), no solo operativa para inactivar al agente inicial de la ofensiva norteamericana sino prácticamente a toda su especie viral. Hasta el presidente Putin, haciendo gala una vez más de su prepotencia militar y civil en alza exponencial, se ha permitido humillar hasta la exasperación a su colega Trump, ofreciéndole su ayuda para que los laboratorios yanquis aceleren la obtención de sus anunciadas y publicitadas vacunas anti covid.
Pues podía seguir, amigos, explicitando con bastante más detalle la inusual y atípica operación biológica de castigo anti chino puesta en marcha a finales del año pasado por EEUU que está resultando un fiasco, un rotundo fracaso, una debacle humana y económica de proporciones siderales, exportada a todo el mundo y de la que nos va a costar salir sobre todo a las naciones occidentales más desarrolladas cuyos PIB,s van a caer (están cayendo) en planeo hipersónico. En España, con un Ejecutivo incapaz, prepotente y chulesco que solo busca mantenerse como sea en el poder, lo tenemos, lo vamos a tener muy crudo. En estos momentos, en un alarde de masoquismo patrio e institucional, lo único que se le ha ocurrido para detener los contagios (que dicen que sufrimos en este país más que en ningún otro, lo que no es cierto), es “mascarillear” a todo dios, esté donde esté y haga lo que haga (un completo sinsentido), hacer miles y miles de análisis PCR también a todo dios (ahora que por fin ha conseguido disponer de ellos) y publicitar inconscientemente unos resultados que, lógicamente, tienen que ser elevados pues hasta ahora los únicos que resultaban positivos eran los pobres ciudadanos que acudían a los hospitales con síntomas moderados o graves. El resultado, demencial, de esta soberana estupidez inculpatoria es que España, ella solita, se ha convertido en territorio tóxico, peligroso, hostil, enfermizo, en un lazareto en el que millones de zombis sociales con la boca tapada deambulan pesarosos maldiciendo su suerte.
Y así, hasta cuando, se preguntará el lector/a ¿Cuál va a ser nuestro porvenir? Pues le tengo que contestar en vía profesional castrense:
“Amigo, esto es una guerra, estamos en guerra (de momento, biológica) no lo dude un instante por mucho que le digan lo contrario. Y lo malo es que podemos estar mucho peor en los próximos meses o años si los dirigentes de EEUU, del antiguo imperio americano, no recapacitan y buscan la paz con sus poderosos enemigos aunque pongan en cuestión su liderazgo mundial”.
Si así lo hicieran, y pronto, la cuestión del covid-19, del 20, quizás también del 21, se pueda resolver en unos meses, quizá en un par de años, aparte claro está la cuestión económica. Si no es así, si el loco Trump o su sucesor (da igual la persona) se empecina en dar la razón al historiador Tucícides y busca la confrontación para tratar de alargar un poder universal ya casi muerto… la III Guerra mundial, sea de cuarta generación o a lo bestia, será inevitable. Y hasta lo de la grotesca pandemia vírica de ahora (con mascarilla o sin ella) nos parecerá muy soportable.
(*) Amadeo Martínez Inglés es Coronel, Escritor e Historiador
Tamarant | Martes, 18 de Agosto de 2020 a las 21:07:07 horas
Coronel, Amadeo Martines Ingles
No trato de echarle flores, ya usted se tiene ganado algo más que eso, le felicito y le admiro por el análisis y la orientación que hace del bio-terrorismo, por la crítica profesional en la que deja con el culo al aire a los analfabetos funcionales, que andan todo el día covid, covid, covid…
Personajillos que no mueven un dedo para enfrentar el verdaderos problema, LA CORRUPCIÓN INSTITUCIONAL CUYO PUNTO DE ICEBERG ES LA MONARKIA, más claro, por momentos hasta, están agradecidos con la que está cayendo para tapar sus miserias y es que de las desgracias ajenas también se hace negocio.
Esto reafirma la tesis de que el COVID no proviene de la cagada de un vampiro allá por el mar amarillo, la humanidad ha sido contagiada intencionadamente, para hacer negocio vendiendo vacunas entre otras muchas cosas…
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