LOS QUE CAIGAN BAJO LAS BALAS DE TRUMP SERÁN RECORDADOS COMO HÉROES
"Tropas norteamericanas especiales están desplazándose apara reprimir a tiros las revueltas"
Por fin - escribe Tomás F. Ruiz - el mundo ha podido ver el verdadero rostro de Donald Trump. De ser un payaso prepotente, del que se hacían chistes y se ridiculizaba su bajo nivel intelectual, el presidente norteamericano ha pasado a convertirse en un dictador (...).
Por TOMÁS F. RUIZ PARA CANARIAS-SEMANAL.ORG.-
Por fin el mundo ha podido ver el verdadero rostro de Donald Trump. De ser un payaso prepotente, del que se hacían chistes y se ridiculizaba su bajo nivel intelectual, el presidente norteamericano ha pasado a convertirse en un dictador que ha enviado a su Gestapo particular para castigar las protestas de la población, un cobarde que ha entrado en pánico ante la imparable sublevación popular que se le viene encima, un demente atrincherado en su bunker, a la espera del momento final. Esperemos que -como Hitler- no tenga a mano píldoras para suicidarse y pueda ser apresado y juzgado por los crímenes que ha cometido contra la Humanidad; como en su momento lo fueron los oficiales nazis de Nuremberg, al acabar la segunda guerra mundial.
El pueblo norteamericano, los ciudadanos de esa desconcertante nación que es Estados Unidos, están ahora en las calles, levantando barricadas, enfrentándose a policías, desarmados e indefensos ante unos soldados a los que el presidente ha dado orden de disparar. El pueblo norteamericano está viviendo momentos históricos. Todos los que hoy caigan bajo las balas de Trump, mañana serán recordados como héroes.
Cabe la posibilidad, remota pero admisible, de que esos soldados con que Trump piensa aplastar la insurrección se nieguen a disparar contra seres humanos desarmados, ciudadanos que protestan por la impunidad con que los policías asesinan a detenidos y reclaman justicia para Big Floyd. Es una posibilidad lejana pero plausible, aunque sean pocos los argumentos en su favor. En primer lugar, el ejército norteamericano es un ejército profesional, lo que quiere decir, ni más ni menos, que sus soldados no son otra cosa que mercenarios. Entre esa soldadesca hay, igualmente, un elevado porcentaje (puede que supere el cincuenta por ciento) de inmigrantes venidos de otros países, especialmente de América Latina. Esta tropa mercenaria va a la guerra como el que va cada día a su trabajo y carece en absoluto de ideología, desde el punto de vista de que entre los valores ultraderechistas que meten en sus cabezas huecas, no hay ninguno que remotamente se parezca al respeto por los derechos humanos.
En su caso, su trabajo estará bien hecho cuantas más bajas provoquen en el adversario, incluso aun cuando estas sean de mujeres, ancianos o niños indefensos. En algunos contratos con mercenarios de élite, se estipula incluso la tarifa por cada enemigo abatido. La “supremacía blanca”, sin embargo, les toca muy tangencialmente, ya que entre estos soldados mercenarios predominan los hispanos, asiáticos y negros. Su patriotismo se mide con los elevados sueldos que les pagan. Me temo que estos soldados, adiestrados como perros de pelea, apretarían el gatillo sin la más mínima indecisión apenas les dieran la orden de disparar, aunque fuera contra una población indefensa. Situaciones en las que los soldados bajan sus armas ante el avance de un pueblo desarmado (al estilo de la película “V de Vendetta”), quedan muy bien como final feliz de una historia, pero casi nunca ocurren así en la realidad.
Escribo esto a las doce del mediodía del 3 de junio de 2020, mientras, insistente y machacón, el tema de This is the end de Jim Morrison me ronda la cabeza. Según refieren las ultimas noticias tropas norteamericanas especiales están desplazándose a las zonas conflictivas de todo Estados Unidos para reprimir “a tiros” las revueltas… Son palabras del mismo presidente de ese país, no me invento nada; un país avergonzado hoy por haberle dado tanto poder con sus votos a esta bestia insaciable que siempre ha sido Donald Trump.
Ante una situación así, el riesgo que ya existe de que las tropas mercenarias provoquen masacres descontroladas entre la población civil es cada vez mayor… ¿Permitirá el resto del mundo a Trump llevar a cabo una matanza tan monstruosa e inhumana como la que está amenazando con provocar entre su propia población? Por el momento, ninguna de sus aliadas europeas ha levantado la voz para decirle ”Basta”… Quizá cuando quieran hacerlo sea ya demasiado tarde.
Si Trump hace correr la sangre por las calles de su convulsionado país, la hoy indefensa población norteamericana tendrá toda la legitimidad del mundo para hacerse con armas y defenderse de los mercenarios que la atacan. Ese sí que será el final, no sólo de Donald Trump y del despreciable III Reichstag que ha montado en Norteamérica, sino de todo el criminal sistema en el que se asienta el pretencioso establishment de Estados Unidos.
Por TOMÁS F. RUIZ PARA CANARIAS-SEMANAL.ORG.-
Por fin el mundo ha podido ver el verdadero rostro de Donald Trump. De ser un payaso prepotente, del que se hacían chistes y se ridiculizaba su bajo nivel intelectual, el presidente norteamericano ha pasado a convertirse en un dictador que ha enviado a su Gestapo particular para castigar las protestas de la población, un cobarde que ha entrado en pánico ante la imparable sublevación popular que se le viene encima, un demente atrincherado en su bunker, a la espera del momento final. Esperemos que -como Hitler- no tenga a mano píldoras para suicidarse y pueda ser apresado y juzgado por los crímenes que ha cometido contra la Humanidad; como en su momento lo fueron los oficiales nazis de Nuremberg, al acabar la segunda guerra mundial.
El pueblo norteamericano, los ciudadanos de esa desconcertante nación que es Estados Unidos, están ahora en las calles, levantando barricadas, enfrentándose a policías, desarmados e indefensos ante unos soldados a los que el presidente ha dado orden de disparar. El pueblo norteamericano está viviendo momentos históricos. Todos los que hoy caigan bajo las balas de Trump, mañana serán recordados como héroes.
Cabe la posibilidad, remota pero admisible, de que esos soldados con que Trump piensa aplastar la insurrección se nieguen a disparar contra seres humanos desarmados, ciudadanos que protestan por la impunidad con que los policías asesinan a detenidos y reclaman justicia para Big Floyd. Es una posibilidad lejana pero plausible, aunque sean pocos los argumentos en su favor. En primer lugar, el ejército norteamericano es un ejército profesional, lo que quiere decir, ni más ni menos, que sus soldados no son otra cosa que mercenarios. Entre esa soldadesca hay, igualmente, un elevado porcentaje (puede que supere el cincuenta por ciento) de inmigrantes venidos de otros países, especialmente de América Latina. Esta tropa mercenaria va a la guerra como el que va cada día a su trabajo y carece en absoluto de ideología, desde el punto de vista de que entre los valores ultraderechistas que meten en sus cabezas huecas, no hay ninguno que remotamente se parezca al respeto por los derechos humanos.
En su caso, su trabajo estará bien hecho cuantas más bajas provoquen en el adversario, incluso aun cuando estas sean de mujeres, ancianos o niños indefensos. En algunos contratos con mercenarios de élite, se estipula incluso la tarifa por cada enemigo abatido. La “supremacía blanca”, sin embargo, les toca muy tangencialmente, ya que entre estos soldados mercenarios predominan los hispanos, asiáticos y negros. Su patriotismo se mide con los elevados sueldos que les pagan. Me temo que estos soldados, adiestrados como perros de pelea, apretarían el gatillo sin la más mínima indecisión apenas les dieran la orden de disparar, aunque fuera contra una población indefensa. Situaciones en las que los soldados bajan sus armas ante el avance de un pueblo desarmado (al estilo de la película “V de Vendetta”), quedan muy bien como final feliz de una historia, pero casi nunca ocurren así en la realidad.
Escribo esto a las doce del mediodía del 3 de junio de 2020, mientras, insistente y machacón, el tema de This is the end de Jim Morrison me ronda la cabeza. Según refieren las ultimas noticias tropas norteamericanas especiales están desplazándose a las zonas conflictivas de todo Estados Unidos para reprimir “a tiros” las revueltas… Son palabras del mismo presidente de ese país, no me invento nada; un país avergonzado hoy por haberle dado tanto poder con sus votos a esta bestia insaciable que siempre ha sido Donald Trump.
Ante una situación así, el riesgo que ya existe de que las tropas mercenarias provoquen masacres descontroladas entre la población civil es cada vez mayor… ¿Permitirá el resto del mundo a Trump llevar a cabo una matanza tan monstruosa e inhumana como la que está amenazando con provocar entre su propia población? Por el momento, ninguna de sus aliadas europeas ha levantado la voz para decirle ”Basta”… Quizá cuando quieran hacerlo sea ya demasiado tarde.
Si Trump hace correr la sangre por las calles de su convulsionado país, la hoy indefensa población norteamericana tendrá toda la legitimidad del mundo para hacerse con armas y defenderse de los mercenarios que la atacan. Ese sí que será el final, no sólo de Donald Trump y del despreciable III Reichstag que ha montado en Norteamérica, sino de todo el criminal sistema en el que se asienta el pretencioso establishment de Estados Unidos.
































maribel santana | Sábado, 06 de Junio de 2020 a las 02:10:33 horas
TRump, policía malo, Obama, policía bueno. Los dos defienden la misma política imperialista. Demócratas, republicanos. PP PSOE, la misma mierda es. Los presidentes de los países capitalistas, solo defienden el sistema capitalista.
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