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Lunes, 18 de Mayo de 2020 Tiempo de lectura:

LA PRENSA COMO OPIO DEL PUEBLO

"La gran prensa española, como es el caso de El País, encubrió la irresponsabilidad del presidente y su gabinete"

"Los medios de comunicación son el cáncer de Occidente" mantiene el periodista cubano Mauricio Escuela."Las tertulias en televisión, a las que se invitan a supuestos conocedores, nada dicen, especulan con teorías de la conspiración…" ¿Cuál ha sido el papel desempeñado por la prensa durante la pandemia que provoca la irritación de este periodista caribeño?

 

 

  POR MAURICIO ESCUELA (*)

(Condensado de su articulo "La prensa como opio de los pueblos", publicado en el digital "Cubaperiodistas")
 

 

     Los medios de comunicación son el cáncer de Occidente, reza un [Img #62394]dicho canónico de estos días, que se repite ante las imágenes del desastre provocado por el coronavirus, las cuales nos han descubierto una precariedad que, si antes estaba ante nuestros ojos, nadie filmaba, ni valía un simple comentario radial.

 

    Solo ahora, cuando los 40 millones de pobres que hay en Estados Unidos, echados en las calles, constituyen la carne fresca y el terreno para la expansión de un virus que no conoce límites, las audiencias se horrorizan, los gobernadores claman por la asistencia social, la atención médica, los insumos para los hospitales y centros asistenciales... 

 

    Porque esa es la verdadera enfermedad, la que ha infectado a todos, de una forma u otra, a víctimas y victimarios: una pobreza contra la cual no se hace nada, a la que se le calla la boca y que ni siquiera se le respeta el derecho a una sepultura digna. Un entierro en cualquier país está costando, en medio de la crisis, una cifra que la mayoría de los  familiares de los fallecidos no puede pagar. Las imágenes de los sepulcros artesanales, en todos los sitios, nos avisan de esta otra cara antes invisible.

 

 

     Las tertulias en televisión, a las que se invitan a supuestos conocedores, nada dicen, especulan con teorías de la conspiración, alarman con llamados a tiempos bíblicos finales o se dedican a la reseña de los hechos, sin darnos el contexto, las explicaciones. La prensa se adaptó a callar. Y es que la carencia de argumentos no se debe a la ausencia de estos, sino a la cobardía de las terminales mediáticas para reconocer las fallas del sistema, del puntal que supuestamente les otorga una ideología y al cual legitiman. El orden informativo oficial, el de las compañías del márketing y los lobbies de poder, mira su trabajo como un producto comercial más, que debe vender. Allí se ha diluido toda la deontología profesional que, como el juramento hipocrático para los médicos, debiera tener su bandera en los públicos y sus derechos humanos.

 

     Lejos de ello, las grandes cadenas, básicamente la FOX y la CNN, que encarnan a las mal llamadas derecha e izquierda norteamericanas respectivamente, tardaron demasiado en dar la alarma real ante la evidencia de una pandemia. Y luego han sido tibias en criticar la actitud con la cual se encaran los sucesos desde una postura gubernamental, que siquiera alienta al uso de las mascarillas en medio de un caos sanitario cuya espiral va en ascenso, sin que haya hasta ahora alternativas.

 

 

    Lo mismo ha sucedido en la gran prensa española, como es el caso de El País, donde en medio de la confusión que reinó desde la misma noche del 8 de marzo ante el aumento imparable de contagios y muertes, se atinaba a encubrir la irresponsabilidad del presidente y su gabinete, quienes no sólo restaron importancia a la cuestión sanitaria, sino que alentaron a la realización de diversas actividades masivas, muchas pertenecientes a la agenda de género que, sin éxito y contra principios básicos de la igualdad legal y formal entre sexos, llevan adelante. Varios diarios alternativos españoles de hecho, denunciaban días después que el lavado de imagen de Sánchez no incluía solamente a la batería de columnistas orgánicos de El País, pagados para ello, sino que el propio equipo de prensa presidencial estaba borrando de la web los datos con los llamados gubernamentales a convocarse por el Día de la Mujer. La parodia de prensa ibérica incluye, además, la invención de un trol con una foto falsa, Miguel Lacambra, que de pronto apareció con datos que solo pudiera manejar el oficialismo, dándoles la interpretación tendenciosa que más favorezca a la cúpula, mientras las terminales mediáticas y algunos voceros en las redes alaban y compartían tales mensajes.

 

 

     Los poderes políticos y sus terminales mediáticas minimizaron las alertas de China sobre el virus, las redes hicieron del meme y de la banalidad las delicias de inicios de marzo. Una nube de despreocupación y de irresponsabilidad cundía en la opinión pública, mientras el peligro iba latente de país en país, cual bomba de tiempo. No solo hay que cambiar los servicios sanitarios y su sujeción al mercado, sino que los medios y las redes debieran enterarse de modelos más fieles a los públicos y menos orgánicos a los poderes. La crisis nos agarró desprevenidos y nos golpeó gracias a la banalidad del mal, expresada en un conglomerado de líderes globales de la información neoliberal y de propiedad privada que, convenientemente, subestimaron el impacto de la emergencia y esperaron a que la muerte diera la alerta definitiva.

 

 

     La prensa de mercado muestra su incapacidad de acercarse sincera a los intereses de las audiencias y actuar como su protectora y no como un acto comercial más. Hasta que la sociedad no gire en torno a personas y no a cosas, seguirá existiendo el peligro de esta intoxicación mediática, de este discurso de lo “políticamente correcto” incapaz de marcar la diferencia y decir lo que piensa. En un universo donde gobiernos con deberes ciudadanos se escudan detrás de troles para imponer líneas de mensajes, mal andamos, pero si además se nos hace creer que así es la democracia, entonces nuestra única enfermedad letal no es el coronavirus.

 

 

(*) Mauricio Escuela es un periodista cubano,   columnista de  "La Jiribilla" y "Cubahora" y  analista de temas internacionales en el diario Granma.

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  • juanfri

    juanfri | Martes, 19 de Mayo de 2020 a las 18:09:07 horas

    Mucho daño hacen los intoxicadores mediáticos dada la ignorancia política de los españoles que comen hasta rebañar la mierda que les suministran A3, T5, La 6ª y el goteo incesante de TVE.
    Los de la banderita Franco-monárquica se contagiarán y podría ser una bonita manera de quitarnos a muchos de encima si no fuera porque antes de asfixiarse en sus clínicas privadas habrán infectado a diestro y siniestro, emulando a su coceante gurú Asnal.

    Accede para responder

  • Alejandro El No-Magno

    Alejandro El No-Magno | Lunes, 18 de Mayo de 2020 a las 14:53:17 horas

    "Los medios de comunicación son el cáncer
    de Occidente"
    No.
    Son su Gloria.
    (Usemos la Dialéctica)

    Porque sin ellos no podrían esparcir sus MENTIRAS
    Y sin sus MENTIRAS todo los tenderetes
    de ésta GRAN ESTAFA se vendrían abajo en 24 horas.

    En todo caso,
    el cáncer son los embustes,
    ficciones y calumnias,
    que, tan obedientemente,
    NOS HACEN TRAGAR
    las 24 horas del día
    a través de los "medios de incomunicación"
    cuyos AMOS y PROPIETARIOS
    estan en la GLORIA de lo que hacen
    porque saben que no de otra forma
    podrían mantener sus ganancias,
    privilegios y crímenes.

    Es muy fácil.
    Y lo hacen muy bien
    a juzgar por el EXITO
    que están teniendo...

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