
EL CRIMEN POLÍTICO EN COLOMBIA, LA OTRA GUERRA QUE NO CESA
Un ejemplo palpable del avance del fascismo en Latinoamérica
Colombia es un ejemplo palpable del avance del fascismo en Latinoamérica y de su relación con organizaciones paraestatales dirigidas a ejercer el control de la vida individual y política por la vía del terror y exterminio (...).
Por FERMÍN DOMÍNGUEZ PARA CANARIAS SEMANAL.ORG.-
Colombia es un ejemplo palpable del avance del fascismo en Latinoamérica y de su relación con organizaciones paraestatales dirigidas a ejercer el control de la vida individual y política por la vía del terror y exterminio.
A la larguísima lista de asesinatos políticos que casi a diario tiene lugar en el país latinoamericano se suma ahora la ejecución de un funcionario del Estado colombiano.
El pasado domingo del fiscal 96 de Cali, Alcibiades Libreros Varela, quien llevaba más de dos décadas trabajando para la Fiscalía General de la República contra el crimen organizado, fue asesinado a tiros en plena calle.
Según la información confirmada por autoridades colombianas, el funcionario fue atacado por dos sicarios mientras viajaba en su automóvil sin la seguridad personal que tenía designado por sus funciones.
Entre tanto, gentes de policía local informaron que se encuentran recolectando información a través de las cámaras de seguridad de la zona, para identificar a los responsables del asesinato.
En este sentido, el secretario de Seguridad de Cali, Andrés Villamizar, instó a las autoridades a acelerar las investigaciones, para encontrar a los autores del crimen contra un hombre -expresó- implacable en la lucha contra las estructuras criminales.
El fenómeno de la violencia política en Colombia es el síntoma de un fenómeno más profundo: aquel que se reconoce como de las nuevas formas de la guerra, caracterizadas por la informalidad y que se despliegan en el espacio sociopolítico en el que actúan corporaciones armadas formadas por efectivos estatales y para estatales. El aumento de los asesinatos políticos en Colombia es una manifestación del intento a través de estas formas de guerra de ejercer el control de la vida cotidiana de las poblaciones. Se trata de guerras de tipo no convencional surgidas de las necesidades de la economía de mercado que no comportan ni uniformes ni insignias ni declaraciones formales de guerra. En otras palabras, violencia corporativa militar planificada.
Para entender la relación entre la economía y este tipo de guerra informal paramilitar es preciso salirse de los esquemas mediáticos que explican el incremento de los asesinatos de activistas políticos en Colombia como parte de la “inseguridad pública” y el incremento de la delincuencia. Debemos entender esta violencia sistemática conectada al Estado y a la política. ¿Sería posible controlar o disciplinar una sociedad nacional con pluralidad de intereses solo con leyes constitucionales?
Por FERMÍN DOMÍNGUEZ PARA CANARIAS SEMANAL.ORG.-
Colombia es un ejemplo palpable del avance del fascismo en Latinoamérica y de su relación con organizaciones paraestatales dirigidas a ejercer el control de la vida individual y política por la vía del terror y exterminio.
A la larguísima lista de asesinatos políticos que casi a diario tiene lugar en el país latinoamericano se suma ahora la ejecución de un funcionario del Estado colombiano.
El pasado domingo del fiscal 96 de Cali, Alcibiades Libreros Varela, quien llevaba más de dos décadas trabajando para la Fiscalía General de la República contra el crimen organizado, fue asesinado a tiros en plena calle.
Según la información confirmada por autoridades colombianas, el funcionario fue atacado por dos sicarios mientras viajaba en su automóvil sin la seguridad personal que tenía designado por sus funciones.
Entre tanto, gentes de policía local informaron que se encuentran recolectando información a través de las cámaras de seguridad de la zona, para identificar a los responsables del asesinato.
En este sentido, el secretario de Seguridad de Cali, Andrés Villamizar, instó a las autoridades a acelerar las investigaciones, para encontrar a los autores del crimen contra un hombre -expresó- implacable en la lucha contra las estructuras criminales.
El fenómeno de la violencia política en Colombia es el síntoma de un fenómeno más profundo: aquel que se reconoce como de las nuevas formas de la guerra, caracterizadas por la informalidad y que se despliegan en el espacio sociopolítico en el que actúan corporaciones armadas formadas por efectivos estatales y para estatales. El aumento de los asesinatos políticos en Colombia es una manifestación del intento a través de estas formas de guerra de ejercer el control de la vida cotidiana de las poblaciones. Se trata de guerras de tipo no convencional surgidas de las necesidades de la economía de mercado que no comportan ni uniformes ni insignias ni declaraciones formales de guerra. En otras palabras, violencia corporativa militar planificada.
Para entender la relación entre la economía y este tipo de guerra informal paramilitar es preciso salirse de los esquemas mediáticos que explican el incremento de los asesinatos de activistas políticos en Colombia como parte de la “inseguridad pública” y el incremento de la delincuencia. Debemos entender esta violencia sistemática conectada al Estado y a la política. ¿Sería posible controlar o disciplinar una sociedad nacional con pluralidad de intereses solo con leyes constitucionales?
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