
"LA NATURALEZA DEL APARATO POLICIAL DE EE.UU. SE APROXIMA AL DE LA GESTAPO"
INFORME DE LA REVISTA ESTADOUNIDENSE COUNTERPUNCH
"CounterPunch" es una conocida revista estadounidense que se publica en papel con una frecuencia bimensual. También cuenta con una publicación digital que se actualiza diariamente y que es visitada por centenares de miles de estadounidenses y lectores de habla inglesa. Este miércoles, la revista publicó un informe en el que pone de relieve las características totalitarias del aparato policial estadounidense, en cuya consolidación colaboran tanto el poder legislativo como el judicial. "El FBI se ha mirado históricamente en el espejo de la Gestapo alemana", dice el autor del informe John W. Whitehead
CounterPunch es una conocida revista estadounidense que se publica en papel con una frecuencia bimensual. También cuenta con una publicación digital que se actualiza diariamente y que es visitada por centenares de miles de estadounidenses y lectores de habla inglesa.
Los lectores de CounterPunch se ubican preferentemente entre los sectores de la izquierda del Partido Demócrata. El pasado miércoles, la versión digital de la revista públicó un extenso informe sobre la creciente naturaleza totalitaria que se está imponiendo en la estructura estatal de los Estados Unidos. El autor del informe es John W. Whitehead, un conocidísimo colaborador de la revista y que dirige a su vez el Rutherford Institute para las libertades civiles. Dado el interés de su contenido, la redacción de Canarias Semanal procedió a resumirlo y a traducirlo para sus lectores.
"Pese a las protestas y a la consternación que provoca entre quienes observan que los Estados Unidos se aleja del modelo de lo que hasta ahora se había considerado como un "Estado de Derecho", hoy la pregunta esencial que hay que formularse no es si Donald Trump es o no el nuevo Adolf Hitler de los EEUU, sino si el Estado policial norteamericano se ha convertido ya en una suerte de IV Reich.
Para aquellos que se muestren dispuestos a observar el panorama político presente y pasado, sin tener colocadas anteojeras partidistas, las señales de advertencia al respecto son inconfundibles: la relación amorosa entre la América profunda y el totalitarismo, no es de ahora, se inició hace ya mucho tiempo.
De hecho, el gobierno de los Estados Unidos admiraba tanto al régimen nazi que, después de la Segunda Guerra Mundial, reclutó en secreto a funcionarios alemanes que estuvieron al servicio de Hitler y de su régimen político, adoptando sus protocolos, sus criterios acerca de en lo que debe consistir la ley y el orden, copiando paulatinamente sus tácticas y sentando las bases que permitieran la formación de un VI Reich.
¿Le suena a descabellado lo que estamos diciendo? Pues continúe leyendo. Todo lo que afirmamos está exhaustivamente documentado.
Como recordara un dia el historiador Robert Gellately :
"Después de cinco años de dictadura de Hitler, la policía nazi había ganado el sello de la aprobación por parte del FBI ".
El Estado policial nazi fue inicialmente tan admirado por su eficiencia y orden por las potencias mundiales de la época, que el propio J. Edgar Hoover, entonces jefe del FBI, envió a su mano derecha, Edmund Patrick Coffey, a Berlín en enero de 1938 por expresa invitación de la Gestapo, la policía secreta de Alemania.
Y el "Federal Bureau of Investigation" quedó tan impresionado con los sofisticados mecanismos represivos utilizados por el régimen nazi que, según el New York Times, durante las décadas posteriores a la Segunda Guerra Mundial, el FBI, junto con otras agencias gubernamentales, se dedicaron a reclutar intensivamente al menos a mil nazis, entre ellos algunos de los secuaces más notables del Führer.
![[Img #59148]](http://canarias-semanal.org/upload/images/08_2019/3146_hoover.jpg)
Miles de colaboradores nazis, incluido el jefe de un campo de concentración nazi, entre otros, recibieron durante la inmediata posguerra, visas secretas y fueron trasladados a los Estados Unidos a través del Proyecto Paperclip. Posteriormente, serían contratados como espías e informantes y, finalmente, se les camufló para asegurarse de que sus auténticas identidades y sus estrechos vínculos con la máquina del holocausto de Hitler iban a permanecer ocultos. Mientras tanto, a miles de refugiados judíos se les negó sistemáticamente las visas de entrada a los EEUU. El magistral argumento para justificar esta negativa fue que podían amenazar la seguridad nacional.
Para agregar más agravios a los contribuyentes estadounidenses, el gobierno estadounidense mantuvo desde entonces en su nómina gubernamental a estos ex nazis reciclados. Y tal y como hizo durante la década de los 30 y parte de los 40 la propia Gestapo, cualquiera que se atreviera a denunciar estos lazos ilícitos entre nazis y FBI, fue sometido a espionaje, intimidación, acoso y a ser etiquetado como una amenaza para la seguridad nacional.
Por si ello no fuera suficientemente pernicioso, las Agencias gubernamentales de los EEUU, el FBI, la CIA y el Ejército norteamericano se identificaron plenamente con muchas de las tácticas policiales que habían sido ensayadas y perfeccionadas por los nazis, utilizándolas en contra de los ciudadanos estadounidenses.
De hecho, día tras día, el gobierno de los Estados Unidos toma prestada de la antigua Alemania nazi prácticas que formaban parte de las prácticas de la Gestapo: tribunales y agencias secretas gubernamentales, intimidación, corrupción generalizada, adoctrinamiento y detenciones indefinidas.
Estas no son tácticas que sean utilizadas habitualmente por las repúblicas constitucionales, donde predomina el imperio de la ley y los derechos de la ciudadanía. Más bien, son marcas distintivas de los regímenes autoritarios, donde la única ley que cuenta viene en forma de dictados unilaterales de la mano dura de un gobernante supremo, que usa la policía secreta para controlar a la población.
Ese es el peligro desafiante que está planteando en la actualidad el FBI, en cuya lista de crímenes contra el pueblo estadounidense figuran la vigilancia, la desinformación, el chantaje, el secuestro, las tácticas de intimidación, el acoso y el adoctrinamiento, la extralimitación gubernamental, el abuso, la mala conducta, la intrusión, la actividad criminal y los daños a particulares.
El FBI está enviando a funcionarios bajo su autoridad a las iglesias, sinagogas y mezquitas; emitiendo cartas de emergencia falsas para acceder a los registros telefónicos de los estadounidenses; usando prácticas de intimidación para silenciar a los ciudadanos de ese país que se atreven a criticar al gobierno; reclutando estudiantes de enseñanza secundaria para que espíen e informen sobre otros estudiantes a los que se les atribuye la condición de ser potenciales y futuros terroristas; o persuadiendo a todas aquellas personas impresionables para tramar actos de terror y luego atraparlos
Hoy, el FBI emplea a más de 35.000 personas y opera con más de 56 oficinas en las principales ciudades de los Estados Unidos, así como 400 agencias sitas en ciudades más pequeñas y más de 50 oficinas internacionales. Además de su "campus de datos", en los que alberga más de 96 millones de huellas digitales de todos los Estados Unidos y otros lugares, el FBI también ha construido un vasto depósito de "perfiles" de decenas de miles de estadounidenses y residentes legales, que no están acusados de haber cometido ningún tipo de crimen. Lo único de lo que son "culpables" es de estar actuando sospechosamente frente al sheriff de la ciudad, un policía de tránsito o incluso un vecino. Las prolijas bases de datos del FBI sobre la ciudadanía estadounidense no solo están siendo agregadas y utilizadas por las agencias de policía locales, sino que también están disponibles para empresarios privados empleadores para que puedan verificar los antecedentes de sus futuros trabajadores a tiempo real .
Todo ello es posible gracias a los recursos casi ilimitados de la Agencia - su presupuesto mínimo solo en el año fiscal 2015 fue de 8,3 mil millones de dólares-, el vasto arsenal de tecnología del gobierno, la interconexión de las agencias de inteligencia gubernamentales y el permanente intercambio de información a través de centros de fusión: o sea, la inteligencia en la recolección de datos
Las Agencias están extendiendo su control a lo largo y ancho de todo el país, monitoreando constantemente las comunicaciones -incluidas las de los ciudadanos estadounidenses-, desde las actividades en Internet así como las búsquedas realizadas en la web, y hasta los mensajes de texto, las llamadas telefónicas y los correos electrónicos.
Al igual que la Gestapo espió el correo y las llamadas telefónicas de los alemanes de entonces, los agentes del FBI tienen ahora acceso y carta blanca a la hora de hacerse con toda la información personal de los ciudadanos.
Trabajando a través de la Oficina de Correos de EEUU, el FBI tiene acceso a cada pieza de correo que pasa por el sistema postal: más de 160 mil millones de piezas se escanean y registran anualmente. Además, las Cartas de Seguridad Nacional de la agencia, uno de los muchos poderes ilícitos autorizados por la llamada Ley Patriota de EEUU, permiten al FBI exigir secretamente a los bancos, a las compañías telefónicas y a otras empresas que les proporcionen toda la información que dispongan sobre sus clientes, y no revelen esa integración policial a las personas investigadas. Una auditoría interna que realizó la Agencia descubrió que la práctica del FBI de emitir decenas de miles de NSL cada año para información confidencial, como registros telefónicos y financieros, a menudo en casos que no son de emergencia, está plagada de violaciones constitucionales generalizadas .
Al igual que sucedía con los sofisticados guiones de vigilancia de la Gestapo en su época, ahora el FBI tiene libertad para hurgar en los detalles más íntimos de los estadounidenses, permitiendo igualmente que la policía local pueda también hacerlo.
Además de la tecnología - que se comparte con las agencias policiales- que les permite escuchar llamadas telefónicas, leer correos electrónicos y mensajes de texto, y monitorear actividades en la web, la vigilancia del FBI cuenta con una colección invasiva de herramientas de espionaje, que van desde dispositivos Stingray que pueden rastrear la ubicación de los teléfonos celulares, a los dispositivos Triggerfish que permiten a los agentes espiar las llamadas telefónicas. En un caso de estas características, el FBI logró reprogramar de forma remota una tarjeta de internet inalámbrica de un presunto "sospechoso" para que enviara "datos de ubicación del sitio celular en tiempo real a Verizon, que envió los datos al FBI".
Las agencias policiales también están utilizando "software de seguimiento de redes sociales" para monitorear lo que se publica en Facebook, Twitter e Instagram. Además, las reglas secretas del FBI permiten igualmente a sus agentes espiar a los periodistas, sin contar previamente con una supervisión judicial .
Al igual que la capacidad que tenía la Gestapo para categorizar en función de la raza y la religión, y su asunción de culpabilidad por asociación, el enfoque del FBI para prevenir el crimen le permite ubicar en categorías a los estadounidenses en función de una amplia gama de características, incluida la raza y la religión.
La base de datos biométricos de la agencia ha crecido en proporciones realmente masivas, siendo hoy la más grande del planeta, abarcándolo todo, desde huellas dactilares, escaneos de la palma de la mano, cara e iris y hasta ADN, y se comparte cada vez más entre las agencias policiales federales, estatales y locales en un esfuerzo por enfocarse en supuestos "criminales potenciales", mucho antes de que puedan cometer un crimen. Esto es lo que se conoce como precrimen. Sin embargo, no son solo tus acciones las que te meterán en problemas. En muchos casos, también es a quién conoces, aunque sea mínimamente, y dónde residen tus simpatías, lo que podría incluirte en una lista de vigilancia del gobierno. Además, como informa the Intercept, a pesar de las prohibiciones anti-perfil, el buró "demanda una irrestricta libertad para usar la raza, el origen étnico, la nacionalidad y la religión a la hora de decidir a qué personas y comunidades investigar".
Al igual que el pueblo alemán en la década de los 30, "nosotros, el pueblo" nos hemos convertido en un agente pasivo, polarizado, crédulo, fácilmente manipulable y carente de habilidades de pensamiento crítico. Distraídos por espectáculos de entretenimiento, política y dispositivos de pantalla, nosotros también somos cómplices, socios silenciosos en la creación de un Estado policial similar al terror practicado por los antiguos regímenes fascistas.
CounterPunch es una conocida revista estadounidense que se publica en papel con una frecuencia bimensual. También cuenta con una publicación digital que se actualiza diariamente y que es visitada por centenares de miles de estadounidenses y lectores de habla inglesa.
Los lectores de CounterPunch se ubican preferentemente entre los sectores de la izquierda del Partido Demócrata. El pasado miércoles, la versión digital de la revista públicó un extenso informe sobre la creciente naturaleza totalitaria que se está imponiendo en la estructura estatal de los Estados Unidos. El autor del informe es John W. Whitehead, un conocidísimo colaborador de la revista y que dirige a su vez el Rutherford Institute para las libertades civiles. Dado el interés de su contenido, la redacción de Canarias Semanal procedió a resumirlo y a traducirlo para sus lectores.
"Pese a las protestas y a la consternación que provoca entre quienes observan que los Estados Unidos se aleja del modelo de lo que hasta ahora se había considerado como un "Estado de Derecho", hoy la pregunta esencial que hay que formularse no es si Donald Trump es o no el nuevo Adolf Hitler de los EEUU, sino si el Estado policial norteamericano se ha convertido ya en una suerte de IV Reich.
Para aquellos que se muestren dispuestos a observar el panorama político presente y pasado, sin tener colocadas anteojeras partidistas, las señales de advertencia al respecto son inconfundibles: la relación amorosa entre la América profunda y el totalitarismo, no es de ahora, se inició hace ya mucho tiempo.
De hecho, el gobierno de los Estados Unidos admiraba tanto al régimen nazi que, después de la Segunda Guerra Mundial, reclutó en secreto a funcionarios alemanes que estuvieron al servicio de Hitler y de su régimen político, adoptando sus protocolos, sus criterios acerca de en lo que debe consistir la ley y el orden, copiando paulatinamente sus tácticas y sentando las bases que permitieran la formación de un VI Reich.
¿Le suena a descabellado lo que estamos diciendo? Pues continúe leyendo. Todo lo que afirmamos está exhaustivamente documentado.
Como recordara un dia el historiador Robert Gellately :
"Después de cinco años de dictadura de Hitler, la policía nazi había ganado el sello de la aprobación por parte del FBI ".
El Estado policial nazi fue inicialmente tan admirado por su eficiencia y orden por las potencias mundiales de la época, que el propio J. Edgar Hoover, entonces jefe del FBI, envió a su mano derecha, Edmund Patrick Coffey, a Berlín en enero de 1938 por expresa invitación de la Gestapo, la policía secreta de Alemania.
Y el "Federal Bureau of Investigation" quedó tan impresionado con los sofisticados mecanismos represivos utilizados por el régimen nazi que, según el New York Times, durante las décadas posteriores a la Segunda Guerra Mundial, el FBI, junto con otras agencias gubernamentales, se dedicaron a reclutar intensivamente al menos a mil nazis, entre ellos algunos de los secuaces más notables del Führer.
Miles de colaboradores nazis, incluido el jefe de un campo de concentración nazi, entre otros, recibieron durante la inmediata posguerra, visas secretas y fueron trasladados a los Estados Unidos a través del Proyecto Paperclip. Posteriormente, serían contratados como espías e informantes y, finalmente, se les camufló para asegurarse de que sus auténticas identidades y sus estrechos vínculos con la máquina del holocausto de Hitler iban a permanecer ocultos. Mientras tanto, a miles de refugiados judíos se les negó sistemáticamente las visas de entrada a los EEUU. El magistral argumento para justificar esta negativa fue que podían amenazar la seguridad nacional.
Para agregar más agravios a los contribuyentes estadounidenses, el gobierno estadounidense mantuvo desde entonces en su nómina gubernamental a estos ex nazis reciclados. Y tal y como hizo durante la década de los 30 y parte de los 40 la propia Gestapo, cualquiera que se atreviera a denunciar estos lazos ilícitos entre nazis y FBI, fue sometido a espionaje, intimidación, acoso y a ser etiquetado como una amenaza para la seguridad nacional.
Por si ello no fuera suficientemente pernicioso, las Agencias gubernamentales de los EEUU, el FBI, la CIA y el Ejército norteamericano se identificaron plenamente con muchas de las tácticas policiales que habían sido ensayadas y perfeccionadas por los nazis, utilizándolas en contra de los ciudadanos estadounidenses.
De hecho, día tras día, el gobierno de los Estados Unidos toma prestada de la antigua Alemania nazi prácticas que formaban parte de las prácticas de la Gestapo: tribunales y agencias secretas gubernamentales, intimidación, corrupción generalizada, adoctrinamiento y detenciones indefinidas.
Estas no son tácticas que sean utilizadas habitualmente por las repúblicas constitucionales, donde predomina el imperio de la ley y los derechos de la ciudadanía. Más bien, son marcas distintivas de los regímenes autoritarios, donde la única ley que cuenta viene en forma de dictados unilaterales de la mano dura de un gobernante supremo, que usa la policía secreta para controlar a la población.
Ese es el peligro desafiante que está planteando en la actualidad el FBI, en cuya lista de crímenes contra el pueblo estadounidense figuran la vigilancia, la desinformación, el chantaje, el secuestro, las tácticas de intimidación, el acoso y el adoctrinamiento, la extralimitación gubernamental, el abuso, la mala conducta, la intrusión, la actividad criminal y los daños a particulares.
El FBI está enviando a funcionarios bajo su autoridad a las iglesias, sinagogas y mezquitas; emitiendo cartas de emergencia falsas para acceder a los registros telefónicos de los estadounidenses; usando prácticas de intimidación para silenciar a los ciudadanos de ese país que se atreven a criticar al gobierno; reclutando estudiantes de enseñanza secundaria para que espíen e informen sobre otros estudiantes a los que se les atribuye la condición de ser potenciales y futuros terroristas; o persuadiendo a todas aquellas personas impresionables para tramar actos de terror y luego atraparlos
Hoy, el FBI emplea a más de 35.000 personas y opera con más de 56 oficinas en las principales ciudades de los Estados Unidos, así como 400 agencias sitas en ciudades más pequeñas y más de 50 oficinas internacionales. Además de su "campus de datos", en los que alberga más de 96 millones de huellas digitales de todos los Estados Unidos y otros lugares, el FBI también ha construido un vasto depósito de "perfiles" de decenas de miles de estadounidenses y residentes legales, que no están acusados de haber cometido ningún tipo de crimen. Lo único de lo que son "culpables" es de estar actuando sospechosamente frente al sheriff de la ciudad, un policía de tránsito o incluso un vecino. Las prolijas bases de datos del FBI sobre la ciudadanía estadounidense no solo están siendo agregadas y utilizadas por las agencias de policía locales, sino que también están disponibles para empresarios privados empleadores para que puedan verificar los antecedentes de sus futuros trabajadores a tiempo real .
Todo ello es posible gracias a los recursos casi ilimitados de la Agencia - su presupuesto mínimo solo en el año fiscal 2015 fue de 8,3 mil millones de dólares-, el vasto arsenal de tecnología del gobierno, la interconexión de las agencias de inteligencia gubernamentales y el permanente intercambio de información a través de centros de fusión: o sea, la inteligencia en la recolección de datos
Las Agencias están extendiendo su control a lo largo y ancho de todo el país, monitoreando constantemente las comunicaciones -incluidas las de los ciudadanos estadounidenses-, desde las actividades en Internet así como las búsquedas realizadas en la web, y hasta los mensajes de texto, las llamadas telefónicas y los correos electrónicos.
Al igual que la Gestapo espió el correo y las llamadas telefónicas de los alemanes de entonces, los agentes del FBI tienen ahora acceso y carta blanca a la hora de hacerse con toda la información personal de los ciudadanos.
Trabajando a través de la Oficina de Correos de EEUU, el FBI tiene acceso a cada pieza de correo que pasa por el sistema postal: más de 160 mil millones de piezas se escanean y registran anualmente. Además, las Cartas de Seguridad Nacional de la agencia, uno de los muchos poderes ilícitos autorizados por la llamada Ley Patriota de EEUU, permiten al FBI exigir secretamente a los bancos, a las compañías telefónicas y a otras empresas que les proporcionen toda la información que dispongan sobre sus clientes, y no revelen esa integración policial a las personas investigadas. Una auditoría interna que realizó la Agencia descubrió que la práctica del FBI de emitir decenas de miles de NSL cada año para información confidencial, como registros telefónicos y financieros, a menudo en casos que no son de emergencia, está plagada de violaciones constitucionales generalizadas .
Al igual que sucedía con los sofisticados guiones de vigilancia de la Gestapo en su época, ahora el FBI tiene libertad para hurgar en los detalles más íntimos de los estadounidenses, permitiendo igualmente que la policía local pueda también hacerlo.
Además de la tecnología - que se comparte con las agencias policiales- que les permite escuchar llamadas telefónicas, leer correos electrónicos y mensajes de texto, y monitorear actividades en la web, la vigilancia del FBI cuenta con una colección invasiva de herramientas de espionaje, que van desde dispositivos Stingray que pueden rastrear la ubicación de los teléfonos celulares, a los dispositivos Triggerfish que permiten a los agentes espiar las llamadas telefónicas. En un caso de estas características, el FBI logró reprogramar de forma remota una tarjeta de internet inalámbrica de un presunto "sospechoso" para que enviara "datos de ubicación del sitio celular en tiempo real a Verizon, que envió los datos al FBI".
Las agencias policiales también están utilizando "software de seguimiento de redes sociales" para monitorear lo que se publica en Facebook, Twitter e Instagram. Además, las reglas secretas del FBI permiten igualmente a sus agentes espiar a los periodistas, sin contar previamente con una supervisión judicial .
Al igual que la capacidad que tenía la Gestapo para categorizar en función de la raza y la religión, y su asunción de culpabilidad por asociación, el enfoque del FBI para prevenir el crimen le permite ubicar en categorías a los estadounidenses en función de una amplia gama de características, incluida la raza y la religión.
La base de datos biométricos de la agencia ha crecido en proporciones realmente masivas, siendo hoy la más grande del planeta, abarcándolo todo, desde huellas dactilares, escaneos de la palma de la mano, cara e iris y hasta ADN, y se comparte cada vez más entre las agencias policiales federales, estatales y locales en un esfuerzo por enfocarse en supuestos "criminales potenciales", mucho antes de que puedan cometer un crimen. Esto es lo que se conoce como precrimen. Sin embargo, no son solo tus acciones las que te meterán en problemas. En muchos casos, también es a quién conoces, aunque sea mínimamente, y dónde residen tus simpatías, lo que podría incluirte en una lista de vigilancia del gobierno. Además, como informa the Intercept, a pesar de las prohibiciones anti-perfil, el buró "demanda una irrestricta libertad para usar la raza, el origen étnico, la nacionalidad y la religión a la hora de decidir a qué personas y comunidades investigar".
Al igual que el pueblo alemán en la década de los 30, "nosotros, el pueblo" nos hemos convertido en un agente pasivo, polarizado, crédulo, fácilmente manipulable y carente de habilidades de pensamiento crítico. Distraídos por espectáculos de entretenimiento, política y dispositivos de pantalla, nosotros también somos cómplices, socios silenciosos en la creación de un Estado policial similar al terror practicado por los antiguos regímenes fascistas.
jose antonio | Sábado, 10 de Agosto de 2019 a las 14:14:38 horas
en pocas palabras, y escritos. el problema. no es quíen sea el jefe del estado. o el partido. quien domine la cámara. son los super poderes fadticos. los llamados, sionistas, el llamado bildelberg. quien opera en todo el mundo. donde domina, en los países, de orientación, monárquica, banqueros, de gran elite mundial. el clero, angelicano, y católico, el judaísmo, del sionismo. son quienes, elijen a sus candidatos, bien del republicano, el llamado democrta, y el inferior, el partido liberal. su eje policial, mas la cia, controlan todo. no solo en los propios estados unidos, y en los países, donde hay bases americanas, y pertenecientes a la otan. y rápidamente, a la minima que sepan, que hay algún comunista, de marx y de Lenin. empieza la llamada caza de brujas. para. que muera esto, es que caiga un asteroide, de gran tamaño, o una bomba nuclear. tanto en las lladas bases militares, el llamado congreso, o el pentágono. muerto esto. la rabia, esta eliminada. es la única esperanza, de muchos humanos de sentido común, y guentes humildes. quienes en verdad, son sus enemigos. un . un saludo para todos los pueblos de las baleares, las canrias, y la península ibérica.
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