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Jueves, 28 de Marzo de 2019 Tiempo de lectura:

LOS DELICADOS ESFÍNTERES DE "LA PRIMERA DAMA AUTOPROCLAMADA" DE VENEZUELA NO SE ENCOGIERON. (VÍDEO).

Doña Fabiana Rosales no se conmovió cuando Trump confundió a Venezuela con una "empresa"

Este miércoles 28, el primer mandatario estadounidense, escribe nuestro colaborador Máximo Relti, cometió un significativo "lapsus linguae", al confundir en idioma inglés los términos "empresa" con "país". ¿En qué podía estar pensando el presidente estadounidense para que se produjera tal confusión? A Trump le acompañaba la "primera dama autoproclamada" de Venezuela, sin que esta diera muestras de la más leve inquietud por el significativo equívoco (...).

 POR MÁXIMO RELTI PARA CANARIAS SEMANAL

 

 

    El presidente de los EE.UU., Donald Trump, se  refirió este miércoles a Venezuela como una "empresa", en vez de un "país", al usar la palabra "company" en lugar de "country", mientras hablaba  sobre esta nación latinoamericana en presencia de la esposa del "autoproclamado" Juan Guaidó.

 

 

    Tales  "equívocos" se producen porque Donald Trump y su equipo manejan el gobierno de los Estados Unidos como si de una compañía multinacional se tratara.  No es que los presidentes precedentes se distinguieran notoriamente en sus modos y sus praxis del actual mandatario norteamericano, sino que en público, por lo menos,  intentaban "mantener las formas".

 

    Donald Trump, en cambio, cuando cada mañana se desplaza desde su dormitorio hasta su despacho oval en la Casa Blanca,  se maneja con la misma desenvoltura que le caracterizara cuando impartía órdenes, a diestro y siniestro, en el consorcio multinacional del que era propietario.

 

    Esa fue, posiblemente, la razón por la que el miércoles, mientras recibía a Fabiana Rosales, la esposa del "autoproclamado" Juan Guaidó, el inquilino de la Casa Blanca tuvo lo que se llama un "lapsus linguae" en el que confusamente mezcló churras con merinas.

 

    En efecto, en presencia de la citada "primera dama autoproclamada" de Venezuela llegó a decir:

 


     "El potencial de Venezuela, si se hace correctamente y con democracia, sería increíble. Era una de las compañías más ricas, ciertamente uno de los países verdaderamente ricos del mundo, y ahora es uno de los países más pobres del mundo".

 

 

     ¿En qué podría estar pensando el señor Presidente de los EE.UU. cuando confundió "company" con "country" sin que a la señora Fabiana Rosales se le moviera siquiera el entrecejo?

 


     La verdad es que el "lapsus linguae"  presidencial obedece a  razones que sus más estrechos colaboradores han ido explicando a lo largo de los dos últimos meses, en diferentes ruedas de prensa y declaraciones referentes al futuro venezolano.

 


     Esa conocida ave de rapiña que se hace llamar John Bolton, y que es asesor de Seguridad Nacional de Donald Trump, ya les  adelantó a los multimillonarios petroleros norteamericanos, a través de una entrevista publicada en "Fox Business", que "habría una gran diferencia si las petroleras estadounidenses pudieran acceder a los pozos de crudo de Venezuela".

 

 

    "Estamos conversando con las principales compañías estadounidenses ahora", dijo Bolton, acostumbrado a manejar a determinados países latinoamericanos como si de su finca particular se tratara. Añadió, además, que su objetivo es que esas empresas "produzcan el petróleo en Venezuela". "Sería bueno para el pueblo de Venezuela y el pueblo de los EE.UU.", aseguró el notable halcón, sin encomendarse a dios ni al diablo.

 

 

     De manera que no hay nada nuevo en las confusiones de Donald Trump. Lo único que sucede con el mandatario estadounidense es que su vida ha transcurrido siempre entre incontinencias de todo tipo. Dice y hace lo que le sale de su masa testicular, sin medir ni los efectos, ni las repercusiones de sus palabras. Es capaz de referirse ante las cámaras con la misma ausencia de escrúpulos,  a lo que él hace o deja de hacer con los "chichis" de sus amantes, que a los negocios que está proyectando realizar con  el petróleo venezolano, cuando logre rescatar  a ese país, hoy en manos del "imperio del mal" constituido entre Rusia y   Nicolás Maduro.

 

 

    Pero lo más llamativo  de esta significativa anécdota es que a la  "autoproclamada primera dama venezolana", doña Fabiana Rosales, no se le encogieran ni 1 mm sus delicados esfínteres, cuando escuchó lo que prometía para su país el mandatario que la había nombrado. Tal para cual.

 

VÍDEO DEL "EQUÍVOCO":

 

 

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  • AMEAUXET

    AMEAUXET | Sábado, 30 de Marzo de 2019 a las 07:14:03 horas

    NORMAL, EL TAL TRUMP SE PIENSA QUE EL MUNDO ES SU CORTIJO O POR LO MENOS LO PRETENDE. Y EN CUANTO A LA MUJER DE GUAIDÓ SÓLO HAY QUE VERLA PARA DARSE CUENTA QUE LE VIENE MUY, MUY GRANDE EL PAPEL QUE LE HAN IMPUESTO...

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