
LA ALIANZA SECRETA ENTRE ESTADOS UNIDOS Y LA ALEMANIA NAZI DURANTE LA II GUERRA MUNDIAL
A propósito de las mentiras contenidas en la Resolución del Parlamento Europeo, de 19 de septiembre de 2019, sobre la “Importancia de la Memoria Histórica Europea para el Futuro de Europa”.
Documentos desclasificados en 2003 revelan que, incluso después de que Estados Unidos entrara en la II GM (8 diciembre 1941) y cuando ya se conocían los planes nazis, el III Reich recibió cargamentos regulares de crudo de la Standard Oil estadounidense, propiedad de la familia Rockefeller.
Por EVA LAGUNERO / REDACCIÓN CANARIAS SEMANAL.ORG-
La Historia -o Doña Clío, como la llamaba el gran literato canario, Benito Pérez Galdós- es la mujer más ultrajada de todas. Y no sólo por las declaradas dictaduras, sino también por las que se disfrazan de democracia.
La Unión Europea, con la reciente Resolución sobre la “Importancia de la Memoria Histórica Europea para el Futuro de Europa” -alentada, dicho sea de paso, por Estados miembros con gobiernos de extrema derecha como Polonia, Chequia, Lituania, Estonia, Letonia y Hungría- ha decidido reescribir la historia de la II Guerra Mundial asegurando que esta la inició:
“El Tratado Nazi-Soviético de No-Agresión del 23 de agosto de 1939 (…) y su protocolo secreto por el cual dos regímenes totalitarios que compartían el objetivo de la conquista mundial dividieron Europa en dos zonas de influencia”.
La falaz asimilación del nazismo y el comunismo que asimismo contiene la resolución la dejamos para otra ocasión. Estas páginas se centran en algunos de los aspectos cruciales que la resolución aviesamente esconde, y en las preguntas que no se hace porque no interesa.
De entrada, la distorsión de la historia es palmaria. La resolución sugiere que la Alemania nazi y la Unión Soviética eran aliadas, negando el hecho demostrado de que la Unión Soviética fue el verdadero objetivo de la agresión nazi, en la que se dejaron la vida unos de 25 millones de soviéticos (más del 10 por ciento de su población). Sin la victoria soviética sobre Hitler, es probable que la bandera nazi hubiera ondeado en el Bundestag (parlamento alemán) durante mucho tiempo.
Durmiendo con el enemigo
Una de las preguntas que no se hacen es ¿De dónde sacó Alemania el petróleo para mantener tamaña campaña bélica?
A comienzos de la década de 1940, los principales países productores de petróleo eran Estados Unidos (con la mitad de la producción mundial), la Unión Soviética, Venezuela, Irán, Indonesia y Rumanía.
La producción alemana era claramente insuficiente para una guerra prolongada. Fueron los cargamentos regulares de crudo de la Standard Oil estadounidense, propiedad de la familia Rockefeller, los que la facilitaron.
Sin un suministro constante de petróleo, Alemania no habría podido llevar a cabo la Operación Barbarroja (plan de invasión de la Unión Soviética), lanzada el 22 de junio de 1941. Ya desde el año anterior, el petróleo de Texas llegaba regularmente en barco a Alemania. A esta no le bastaba con transformar el carbón en combustible, ni las reservas rumanas de Ploesti (bajo control nazi hasta 1944) eran suficientes. La Alemania nazi dependió sobre todo de los cargamentos de la Standard Oil.
El ataque sobre Pearl Harbor (7 diciembre de 1941) ocurrió apenas seis meses después del lanzamiento de la Operación Barbarroja. Los Estados Unidos entraban con ello en la II Guerra Mundial (en adelante II GM), declarando la guerra a Japón y los países del Eje. Pero la legislación que prohibía comerciar con el enemigo no impidió a la Standard Oil de Nueva Jersey seguir vendiendo petróleo a la Alemania Nazi.
Aunque se restringieron los cargamentos directos desde EE.UU, la Standard Oil envió el petróleo a través de terceros países. Era embarcado hacia la Francia ocupada y de ahí se transportaba a Alemania. Además, otra parte del suministro petrolero llegaba en los cargamentos que zarpaban desde Venezuela, que por entonces era una colonia de facto de EE.UU.
Desde la misma entrada de EE.UU en la II GM, el presidente de Venezuela en aquellos años, general Isaías Medina Angarita (mayo 1941-octubre 1945) estaba para proteger los intereses petroleros de EE.UU así como “el comercio con el enemigo”.
Después de John D. Rockefeller Jr, el mayor accionista de la Standard Oil era la compañía química alemana I. G. Farben, a través de la cual se vendieron gasolina y lubricantes a los nazis por valor de 20 millones de dólares. Y la sucursal venezolana de la compañía enviaba 13.000 toneladas de crudo a Alemania todos los meses, que la robusta industria química del III Reich convertía inmediatamente en gasolina.
Sin esos cargamentos de la Standard Oil y los Rockefellers, la Alemania nazi no habría sido capaz de llevar a efecto su agenda militar. Sin combustible, el frente del Este del III Reich bajo la Operación Barbarroja no habría sido posible, con lo que se habrían salvado millones de vidas. El frente Oeste, que incluía la ocupación militar de Francia, Bélgica y Holanda se habría visto, sin duda, muy afectado.
La administración de Franklin D. Roosevelt pudo haber impuesto severas sanciones a Standard Oil y reforzar con ello el bloqueo a la Alemania nazi. Sin embargo, el objetivo no declarado de Washington no era sólo destruir la Unión Soviética, sino también debilitar el papel de Gran Bretaña como potencia imperialista.
Estados Unidos estuvo durmiendo con el enemigo durante toda la II GM. Los cargamentos de petróleo a la Alemania nazi (hasta 1944) tenían la intención de apoyar la operación Barbarroja de Hitler. Con ello, EE.UU se hizo cómplice de numerosos crímenes de guerra.
El cuadro más amplio de la Cooperación Estados Unidos-Nazis
Vender combustible a Alemania fue una de las varias estrategias pergeñadas por EE.UU. Después de Pearl Harbor, sus empresas siguieron cooperando con las nazis.
No se hizo ningún esfuerzo por impedir que Ford defendiera los intereses de Alemania en la Francia ocupada, ni por prohibir al Chase Bank o el Morgan Bank que mantuvieran abiertas sus sucursales en el París ocupado, lo cual indica que el Reichbank y el Ministerio Nazi de Economía prometieron a ciertos empresarios estadounidenses dejar intactas sus propiedades tras las victorias del Führer.
De este modo, los jefes de las actuales empresas multinacionales se aseguraron todos los ases: ganase quien ganase la guerra, los poderes que realmente gobiernan las naciones salían airosos.
Borrar del mapa a la Unión Soviética
Ya en 1942, en pleno apogeo de la II GM y mientras EE.UU y la URSS eran aliados, Washington proyectó un ataque nuclear a la Unión Soviética. Según un documento secreto (desclasificado) de fecha 15 de septiembre de 1945, cinco semanas después de Hiroshima:
“El Pentágono había planeado volar la Unión Soviética con un ataque nuclear coordinado sobre sus mayores zonas urbanas (…) El Pentágono estimaba que se necesitarían un total de 204 bombas atómicas para 'borrar del mapa a la Unión Soviética'. Estas harían blanco sobre 66 grandes ciudades”.1
En Hiroshima, con una sola bomba, arrojada el 6 de agosto de 1945, se acabó con la vida de 100.000 personas. Imaginemos lo que habrían provocado 204, el mayor genocidio de la historia.
Colaboración con ex-nazis
No sólo fue con el petróleo que Estados Unidos ayudó a la Alemania nazi. Una vez acabada la guerra, Estados Unidos dio asilo a ex-nazis criminales de guerra, algunos de los cuales entraron en nómina de los Servicios de Inteligencia estadounidenses, especialmente durante las décadas centrales de la Guerra Fría (años 50 y 60).
Un ejemplo entre varios que se pueden citar: el director químico de la CIA en esas décadas, Sidney Gottlieb, dirigió el proyecto de control mental llamado UK-Ultra, que implicaba torturas -a veces hasta la muerte- y administración de distintas drogas, con el fin de experimentar con la posibilidad de controlar totalmente las mentes de las personas. Para estos experimentos contrató a ex-nazis que habían desarrollado programas similares en los campos de concentración.
El proyecto de Gottlieb se llevó a cabo en Estados Unidos y otros países de Europa y Asia, donde se aplicó a prisioneros de la guerra de Corea, reclusos afroamericanos estadounidenses y, en general, personas llamadas “dispensables”. Estas aberraciones causaron la muerte física y/o mental a cientos de ellas.2
Hoy, los herederos de estos nazis campan a sus anchas en algunos Estados de la Europa del Este, incluido Ucrania, gracias a la injerencia estadounidense. Mientras que, en estos países, se están declarando ilegales a las organizaciones comunistas, el ministro de Defensa de Letonia, Artis Pabriks, se permite hacer homenajes públicos a los letones que lucharon con las Waffen SS durante la II GM. Allí se celebra anualmente un desfile militar al que acuden nazis de todo el mundo, sin que la Unión Europea, que tanto dice abominar del nazismo, dé ningún toque de atención.3
Fuente:
https://www.globalresearch.ca/sleeping-with-the-third-reich-americas-unspoken-alliance-with-nazi-germany-against-the-soviet-union/5694820
1Más detalles sobre este proyecto, en https://www.globalresearch.ca/wipe-the-ussr-off-the-map-204-atomic-bombs-against-major-cities-us-nuclear-attack-against-soviet-union-planned-prior-to-end-of-world-war-ii/5616601
2Lo cuenta un reciente libro del periodista de investigación Stephen Kinzer, Poisoner in Chief. Sidney Gottlieb and the CIA Search for Mind Control, Henry Holt and Co., 2019.
3 Véase https://diario-octubre.com/2019/10/14/las-waffen-ss-son-el-orgullo-del-pueblo-leton/
Por EVA LAGUNERO / REDACCIÓN CANARIAS SEMANAL.ORG-
La Historia -o Doña Clío, como la llamaba el gran literato canario, Benito Pérez Galdós- es la mujer más ultrajada de todas. Y no sólo por las declaradas dictaduras, sino también por las que se disfrazan de democracia.
La Unión Europea, con la reciente Resolución sobre la “Importancia de la Memoria Histórica Europea para el Futuro de Europa” -alentada, dicho sea de paso, por Estados miembros con gobiernos de extrema derecha como Polonia, Chequia, Lituania, Estonia, Letonia y Hungría- ha decidido reescribir la historia de la II Guerra Mundial asegurando que esta la inició:
“El Tratado Nazi-Soviético de No-Agresión del 23 de agosto de 1939 (…) y su protocolo secreto por el cual dos regímenes totalitarios que compartían el objetivo de la conquista mundial dividieron Europa en dos zonas de influencia”.
La falaz asimilación del nazismo y el comunismo que asimismo contiene la resolución la dejamos para otra ocasión. Estas páginas se centran en algunos de los aspectos cruciales que la resolución aviesamente esconde, y en las preguntas que no se hace porque no interesa.
De entrada, la distorsión de la historia es palmaria. La resolución sugiere que la Alemania nazi y la Unión Soviética eran aliadas, negando el hecho demostrado de que la Unión Soviética fue el verdadero objetivo de la agresión nazi, en la que se dejaron la vida unos de 25 millones de soviéticos (más del 10 por ciento de su población). Sin la victoria soviética sobre Hitler, es probable que la bandera nazi hubiera ondeado en el Bundestag (parlamento alemán) durante mucho tiempo.
Durmiendo con el enemigo
Una de las preguntas que no se hacen es ¿De dónde sacó Alemania el petróleo para mantener tamaña campaña bélica?
A comienzos de la década de 1940, los principales países productores de petróleo eran Estados Unidos (con la mitad de la producción mundial), la Unión Soviética, Venezuela, Irán, Indonesia y Rumanía.
La producción alemana era claramente insuficiente para una guerra prolongada. Fueron los cargamentos regulares de crudo de la Standard Oil estadounidense, propiedad de la familia Rockefeller, los que la facilitaron.
Sin un suministro constante de petróleo, Alemania no habría podido llevar a cabo la Operación Barbarroja (plan de invasión de la Unión Soviética), lanzada el 22 de junio de 1941. Ya desde el año anterior, el petróleo de Texas llegaba regularmente en barco a Alemania. A esta no le bastaba con transformar el carbón en combustible, ni las reservas rumanas de Ploesti (bajo control nazi hasta 1944) eran suficientes. La Alemania nazi dependió sobre todo de los cargamentos de la Standard Oil.
El ataque sobre Pearl Harbor (7 diciembre de 1941) ocurrió apenas seis meses después del lanzamiento de la Operación Barbarroja. Los Estados Unidos entraban con ello en la II Guerra Mundial (en adelante II GM), declarando la guerra a Japón y los países del Eje. Pero la legislación que prohibía comerciar con el enemigo no impidió a la Standard Oil de Nueva Jersey seguir vendiendo petróleo a la Alemania Nazi.
Aunque se restringieron los cargamentos directos desde EE.UU, la Standard Oil envió el petróleo a través de terceros países. Era embarcado hacia la Francia ocupada y de ahí se transportaba a Alemania. Además, otra parte del suministro petrolero llegaba en los cargamentos que zarpaban desde Venezuela, que por entonces era una colonia de facto de EE.UU.
Desde la misma entrada de EE.UU en la II GM, el presidente de Venezuela en aquellos años, general Isaías Medina Angarita (mayo 1941-octubre 1945) estaba para proteger los intereses petroleros de EE.UU así como “el comercio con el enemigo”.
Después de John D. Rockefeller Jr, el mayor accionista de la Standard Oil era la compañía química alemana I. G. Farben, a través de la cual se vendieron gasolina y lubricantes a los nazis por valor de 20 millones de dólares. Y la sucursal venezolana de la compañía enviaba 13.000 toneladas de crudo a Alemania todos los meses, que la robusta industria química del III Reich convertía inmediatamente en gasolina.
Sin esos cargamentos de la Standard Oil y los Rockefellers, la Alemania nazi no habría sido capaz de llevar a efecto su agenda militar. Sin combustible, el frente del Este del III Reich bajo la Operación Barbarroja no habría sido posible, con lo que se habrían salvado millones de vidas. El frente Oeste, que incluía la ocupación militar de Francia, Bélgica y Holanda se habría visto, sin duda, muy afectado.
La administración de Franklin D. Roosevelt pudo haber impuesto severas sanciones a Standard Oil y reforzar con ello el bloqueo a la Alemania nazi. Sin embargo, el objetivo no declarado de Washington no era sólo destruir la Unión Soviética, sino también debilitar el papel de Gran Bretaña como potencia imperialista.
Estados Unidos estuvo durmiendo con el enemigo durante toda la II GM. Los cargamentos de petróleo a la Alemania nazi (hasta 1944) tenían la intención de apoyar la operación Barbarroja de Hitler. Con ello, EE.UU se hizo cómplice de numerosos crímenes de guerra.
El cuadro más amplio de la Cooperación Estados Unidos-Nazis
Vender combustible a Alemania fue una de las varias estrategias pergeñadas por EE.UU. Después de Pearl Harbor, sus empresas siguieron cooperando con las nazis.
No se hizo ningún esfuerzo por impedir que Ford defendiera los intereses de Alemania en la Francia ocupada, ni por prohibir al Chase Bank o el Morgan Bank que mantuvieran abiertas sus sucursales en el París ocupado, lo cual indica que el Reichbank y el Ministerio Nazi de Economía prometieron a ciertos empresarios estadounidenses dejar intactas sus propiedades tras las victorias del Führer.
De este modo, los jefes de las actuales empresas multinacionales se aseguraron todos los ases: ganase quien ganase la guerra, los poderes que realmente gobiernan las naciones salían airosos.
Borrar del mapa a la Unión Soviética
Ya en 1942, en pleno apogeo de la II GM y mientras EE.UU y la URSS eran aliados, Washington proyectó un ataque nuclear a la Unión Soviética. Según un documento secreto (desclasificado) de fecha 15 de septiembre de 1945, cinco semanas después de Hiroshima:
“El Pentágono había planeado volar la Unión Soviética con un ataque nuclear coordinado sobre sus mayores zonas urbanas (…) El Pentágono estimaba que se necesitarían un total de 204 bombas atómicas para 'borrar del mapa a la Unión Soviética'. Estas harían blanco sobre 66 grandes ciudades”.1
En Hiroshima, con una sola bomba, arrojada el 6 de agosto de 1945, se acabó con la vida de 100.000 personas. Imaginemos lo que habrían provocado 204, el mayor genocidio de la historia.
Colaboración con ex-nazis
No sólo fue con el petróleo que Estados Unidos ayudó a la Alemania nazi. Una vez acabada la guerra, Estados Unidos dio asilo a ex-nazis criminales de guerra, algunos de los cuales entraron en nómina de los Servicios de Inteligencia estadounidenses, especialmente durante las décadas centrales de la Guerra Fría (años 50 y 60).
Un ejemplo entre varios que se pueden citar: el director químico de la CIA en esas décadas, Sidney Gottlieb, dirigió el proyecto de control mental llamado UK-Ultra, que implicaba torturas -a veces hasta la muerte- y administración de distintas drogas, con el fin de experimentar con la posibilidad de controlar totalmente las mentes de las personas. Para estos experimentos contrató a ex-nazis que habían desarrollado programas similares en los campos de concentración.
El proyecto de Gottlieb se llevó a cabo en Estados Unidos y otros países de Europa y Asia, donde se aplicó a prisioneros de la guerra de Corea, reclusos afroamericanos estadounidenses y, en general, personas llamadas “dispensables”. Estas aberraciones causaron la muerte física y/o mental a cientos de ellas.2
Hoy, los herederos de estos nazis campan a sus anchas en algunos Estados de la Europa del Este, incluido Ucrania, gracias a la injerencia estadounidense. Mientras que, en estos países, se están declarando ilegales a las organizaciones comunistas, el ministro de Defensa de Letonia, Artis Pabriks, se permite hacer homenajes públicos a los letones que lucharon con las Waffen SS durante la II GM. Allí se celebra anualmente un desfile militar al que acuden nazis de todo el mundo, sin que la Unión Europea, que tanto dice abominar del nazismo, dé ningún toque de atención.3
Fuente:
https://www.globalresearch.ca/sleeping-with-the-third-reich-americas-unspoken-alliance-with-nazi-germany-against-the-soviet-union/5694820
1Más detalles sobre este proyecto, en https://www.globalresearch.ca/wipe-the-ussr-off-the-map-204-atomic-bombs-against-major-cities-us-nuclear-attack-against-soviet-union-planned-prior-to-end-of-world-war-ii/5616601
2Lo cuenta un reciente libro del periodista de investigación Stephen Kinzer, Poisoner in Chief. Sidney Gottlieb and the CIA Search for Mind Control, Henry Holt and Co., 2019.
3 Véase https://diario-octubre.com/2019/10/14/las-waffen-ss-son-el-orgullo-del-pueblo-leton/
J.M. | Martes, 19 de Noviembre de 2019 a las 01:27:50 horas
Establecer el capitalismo en todo el mundo y destruir el socialismo y el comunismo? Dónde?
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