EL TERROR NEGRO DE HONG KONG (VÍDEOS)
Violencia extrema de los grupos “pro-democracia” contra ciudadanos indefensos
Un hombre quemado vivo (en condición crítica en el hospital). Esta es la última hazaña conocida de las bandas de negro que aterrorizan Hong Kong, mientras los gobiernos occidentales y sus medios de manipulación masiva silencian estos episodios y sólo hablan de la violencia que emplean la policía y las autoridades del territorio autónomo chino.
CLARA LÓPEZ GONZÁLEZ PARA CANARIAS SEMANAL
Si buscan en Internet noticias sobre la violencia que vive Hong Kong prácticamente sólo encontrarán las que se refieren a “jóvenes activistas” golpeados, encarcelados o baleados por la policía hongkonesa. Esta es la imagen.
La realidad es que la mayoría de la población de la ciudad vive aterrorizada, no por el gobierno, por la policía o por Beijing, sino por los llamados “activistas” vestidos de negro y enmascarados, armados con barras de hierro, que golpean sin piedad a quien se atreva a confrontarlos, aunque sea de manera pacífica y aunque se trate de ancianos indefensos.
Según el periodista, novelista y filmógrafo Andre Vltchek, que ha cubierto desde el terreno los sucesos de Hong Kong desde 2014, año de la “revolución de los paraguas”, los jóvenes “pro-democracia” están “borrachos de una fanática santurronería (…) Su comportamiento no es racional -es religioso”.
Curiosamente, uno de sus principales líderes, Joshua Wong, es un evangelista. No sabemos si de la misma secta que los que han tomado el poder el Brasil y Bolivia, los que lo intentaron en Venezuela, o los que los alientan desde Estados Unidos; pero rama del mismo árbol.
La mayoría de los “jóvenes pro-democracia” de Hong Kong, con pinta de guerreros Ninja, no tienen ni idea de la brutalidad que empleó el Imperio Británico, al que tanto admiran, cuando invadió la isla. No quieren oír hablar de la humillación y el dolor de la población china cuando su país fue ocupado y desmembrado. La Historia es enemiga de los fanáticos.
Los que en Hong Kong ondean banderas de otros países (británicas y estadounidenses) y escupen sobre las suyas hacen lo que les mandan y para lo que les pagan esos poderes extranjeros. Y claman a Trump -otro evangelista- que los salve: “¡Presidente Trump, por favor, libéranos!”. Esto es lo que gritan y muestran en sus pancartas.
“Es muy difícil hablar con ellos” -dice Andre Vltchek- “Lo intenté. Muchos de ellos no quieren descubrirse la cara y hablar. Sólo parecen sentirse seguros en grupo, en multitudes. Cuando se les pregunta, salta a la vista que saben muy poco, incluso sobre China, o incluso sobre Hong Kong. Pero están dispuestos a predicar y dar lecciones. Cuando se les confronta con argumentos lógicos que no pueden refutar, entonces se vuelven brutales”.
Estas bandas de negro, que semejan una fuerza paramilitar, apalean sin piedad a todo aquel que les recrimina por la destrucción que están generando en la ciudad, o a quienes se niegan a aceptar sus pasquines en el aeropuerto, los centros comerciales o en la calle.
Hace pocos días ha fallecido un hombre de 70 años como consecuencia de las heridas que le produjeron cuando le golpearon la cabeza con un ladrillo por intentar despejar la calle de los escombros dejados por las protestas.
Palizas en manada, al estilo de los grupos pro-nazis, son frecuentes en la ciudad, pero sólo las conocemos porque algunos testigos las graban con sus móviles, no porque hagan titulares en los medios. Recientemente, otro hombre mayor fue acosado y apaleado por las bandas de negro en una céntrica zona comercial. No son casos aislados.
Cuando portan banderas estadounidenses o cantan su himno, inmediatamente, cientos de medios comienzan a filmar. Pero cuando destrozan infraestructuras públicas, estaciones de metro y atacan a peatones o motoristas, las cámaras desaparecen.
Si estos actos vandálicos ocurriesen en Londres, Nueva York o París, sus autoridades llamarían de inmediato al ejército. En Hong Kong, sin embargo, son jaleados por los medios corporativos, porque las potencias occidentales y las bandas de negro hongkonesas tienen los mismos objetivos: desestabilizar a la República Popular de China.
Todo el mundo en Hong Kong y en el continente chino entiende lo peligroso de la situación. Los líderes de las protestas, como Joshua Wong, se criaron en Washington, Londres y Berlín. Están respaldados moral y económicamente por estas potencias del mismo modo que lo están Guaidó en Venezuela o los cristinao-fundamentalistas que han dado el golpe de Estado en Bolivia. Se sabe que el señor Wong está asociado a organizaciones como los Cascos Blancos.
Hay que ser muy sádico y muy cobarde para hacer lo que han hecho estas bandas terroristas a un hombre, desarmado, que simplemente hablaba cara a cara con uno de sus miembros: de repente, en menos de un segundo, el “interlocutor” le arroja gasolina y le prende fuego. El vídeo ha sido censurado por YouTube en varias ocasiones, y otras tantas ha vuelto a ser publicado.
Nos preguntamos si a este asesino, de haber buscado refugio en España, también se le habría protegido como se ha hecho con un guarimbero venezolano que cometió la misma atrocidad en su país.
VÍDEOS RELACIONADOS:
Referencia:
https://www.globalresearch.ca/hong-kong-is-scared-of-the-rioters/5690145
CLARA LÓPEZ GONZÁLEZ PARA CANARIAS SEMANAL
Si buscan en Internet noticias sobre la violencia que vive Hong Kong prácticamente sólo encontrarán las que se refieren a “jóvenes activistas” golpeados, encarcelados o baleados por la policía hongkonesa. Esta es la imagen.
La realidad es que la mayoría de la población de la ciudad vive aterrorizada, no por el gobierno, por la policía o por Beijing, sino por los llamados “activistas” vestidos de negro y enmascarados, armados con barras de hierro, que golpean sin piedad a quien se atreva a confrontarlos, aunque sea de manera pacífica y aunque se trate de ancianos indefensos.
Según el periodista, novelista y filmógrafo Andre Vltchek, que ha cubierto desde el terreno los sucesos de Hong Kong desde 2014, año de la “revolución de los paraguas”, los jóvenes “pro-democracia” están “borrachos de una fanática santurronería (…) Su comportamiento no es racional -es religioso”.
Curiosamente, uno de sus principales líderes, Joshua Wong, es un evangelista. No sabemos si de la misma secta que los que han tomado el poder el Brasil y Bolivia, los que lo intentaron en Venezuela, o los que los alientan desde Estados Unidos; pero rama del mismo árbol.
La mayoría de los “jóvenes pro-democracia” de Hong Kong, con pinta de guerreros Ninja, no tienen ni idea de la brutalidad que empleó el Imperio Británico, al que tanto admiran, cuando invadió la isla. No quieren oír hablar de la humillación y el dolor de la población china cuando su país fue ocupado y desmembrado. La Historia es enemiga de los fanáticos.
Los que en Hong Kong ondean banderas de otros países (británicas y estadounidenses) y escupen sobre las suyas hacen lo que les mandan y para lo que les pagan esos poderes extranjeros. Y claman a Trump -otro evangelista- que los salve: “¡Presidente Trump, por favor, libéranos!”. Esto es lo que gritan y muestran en sus pancartas.
“Es muy difícil hablar con ellos” -dice Andre Vltchek- “Lo intenté. Muchos de ellos no quieren descubrirse la cara y hablar. Sólo parecen sentirse seguros en grupo, en multitudes. Cuando se les pregunta, salta a la vista que saben muy poco, incluso sobre China, o incluso sobre Hong Kong. Pero están dispuestos a predicar y dar lecciones. Cuando se les confronta con argumentos lógicos que no pueden refutar, entonces se vuelven brutales”.
Estas bandas de negro, que semejan una fuerza paramilitar, apalean sin piedad a todo aquel que les recrimina por la destrucción que están generando en la ciudad, o a quienes se niegan a aceptar sus pasquines en el aeropuerto, los centros comerciales o en la calle.
Hace pocos días ha fallecido un hombre de 70 años como consecuencia de las heridas que le produjeron cuando le golpearon la cabeza con un ladrillo por intentar despejar la calle de los escombros dejados por las protestas.
Palizas en manada, al estilo de los grupos pro-nazis, son frecuentes en la ciudad, pero sólo las conocemos porque algunos testigos las graban con sus móviles, no porque hagan titulares en los medios. Recientemente, otro hombre mayor fue acosado y apaleado por las bandas de negro en una céntrica zona comercial. No son casos aislados.
Cuando portan banderas estadounidenses o cantan su himno, inmediatamente, cientos de medios comienzan a filmar. Pero cuando destrozan infraestructuras públicas, estaciones de metro y atacan a peatones o motoristas, las cámaras desaparecen.
Si estos actos vandálicos ocurriesen en Londres, Nueva York o París, sus autoridades llamarían de inmediato al ejército. En Hong Kong, sin embargo, son jaleados por los medios corporativos, porque las potencias occidentales y las bandas de negro hongkonesas tienen los mismos objetivos: desestabilizar a la República Popular de China.
Todo el mundo en Hong Kong y en el continente chino entiende lo peligroso de la situación. Los líderes de las protestas, como Joshua Wong, se criaron en Washington, Londres y Berlín. Están respaldados moral y económicamente por estas potencias del mismo modo que lo están Guaidó en Venezuela o los cristinao-fundamentalistas que han dado el golpe de Estado en Bolivia. Se sabe que el señor Wong está asociado a organizaciones como los Cascos Blancos.
Hay que ser muy sádico y muy cobarde para hacer lo que han hecho estas bandas terroristas a un hombre, desarmado, que simplemente hablaba cara a cara con uno de sus miembros: de repente, en menos de un segundo, el “interlocutor” le arroja gasolina y le prende fuego. El vídeo ha sido censurado por YouTube en varias ocasiones, y otras tantas ha vuelto a ser publicado.
Nos preguntamos si a este asesino, de haber buscado refugio en España, también se le habría protegido como se ha hecho con un guarimbero venezolano que cometió la misma atrocidad en su país.
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Referencia:
https://www.globalresearch.ca/hong-kong-is-scared-of-the-rioters/5690145
maribel santana | Lunes, 18 de Noviembre de 2019 a las 22:35:32 horas
Blanco y en botella.... ya sabemos de la globalizacion de la primaveras de los pueblos, esta es otra parecida.
Dime con quien andas y te diré go home.
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