JUAN ROIG, (MERCADONA): EL MULTIMILLONARIO QUE NOS PIDE APLAUSOS Y CARIÑO POR ESTARSE FORRANDO

POR ADAY QUESADA PARA CANARIAS SEMANAL.ORG

     Imagina que te encuentras una cola del Mercadona, aguantando los pitidos del escáner y pensando si te llega para comprar papel higiénico, yogures y algo más que no sea arroz blanco.

  Y de pronto te enteras por el titular del periódico del que te precede en la fila, de que el jefe supremo del supermercado, Juan Roig, ha salido en público para decir, con toda su cara, que “ganar dinero es indispensable, bueno y satisfactorio”. Y que los empresarios deberían "salir del armario" y sentirse muy orgullosos de poder estarse forrando.

     Así, tal cual. Como si confesarse rico fuera todo un acto de valentía. Como si declarar “yo gano millones” fuera algo así como atreverse a decir “soy gay” durante la dictadura franquista.

GANAR DINERO, PERO CON EMOCIÓN

    Juan Roig no solo defiende ganar dinero. No. Él trata de venderlo como si se tratara de una experiencia casi mística. Como si en vez de beneficios el tío nos estuviera hablando de amor verdadero. Dice que ganar dinero es “satisfactorio”. Que te llena por dentro. Que es bueno como un plato de lentejas con chorizo. O como una peli de Pixar.

    El problema es que mientras él habla de “satisfacción”, centenares de currantes que trabajan en sus tiendas lo hacen corriendo pasillo arriba, pasillo abajo, por sueldos que no dan precisamente para muchas sonrisas. Y si se detienen mucho a respirar, puede que les toque una charlita motivacional de esas que suenan a “si no sonríes, no creces, muchacho”.

CUANDO EXPLOTAR TE HACE SENTIR BIEN

    Lo que Don Juan, -pongamos ya el sustantivo honorífico en el sitio donde corresponde-, no dice es que esa “satisfacción” empresarial viene de un truco bastante simple, consistente en:

    Tú compras barato, el proveedor cobra poco, el trabajador cobra justito y él… bueno, él cobra mucho, muchísimo.

    Y lo hace con una sonrisa, como si te estuviera haciendo un favor.

     Y lo más gracioso del tema es que ahora, Don Juan, quiere convencer a otros empresarios para que no escondan lo contentos que están con sus beneficios. Que salgan a la calle, que levanten bien alta la cabeza y con orgullo digan:

“¡Mira, mamá! ¡Lo rico y feliz que soy!”

     Esto, amigos, ya no es solo capitalismo. Es también pura comedia. Es como un “club de millonarios anónimos”, donde el primer paso para ser admitidos debe ser confesar que lo que tú realmente amas es a tu cuenta bancaria.

“PAGAMOS IMPUESTOS”, DICE COMO SI ESTUVIERA DONANDO UN RIÑÓN

    Otra perla que dejó caer Don Juan Roig es que los empresarios tienen que pagar impuestos. ¡¡Muy bien!!¡Aplausos!.

   Pero sucede, además, que el tío se atrevió a decirlo como si fuera un héroe redivivo, un feroz gladiador luchando contra los leones. Como si pagar impuestos no fuera una obligación, sino toda una acción solidaria. Como exigiendo a Hacienda que premiara su llamamiento con una medalla.

   Y claro, después de tanto tributo y tanto riesgo, lo mínimo sería que la sociedad le diera las gracias por existir, ¿no? Por crear empleo, llenar los estantes y dejarnos comprar espinacas lavadas.

¡¡ EMPRESARIOS DE TODO EL MUNDO... SALGAMOS  DEL ARMARIO...!!   

      Pero volvamos a su frase estrella de Don Juan: que los empresarios deben “salir del armario” y decir, sin miedo, que están ganando mucho dinero. Aquí ya cruzamos de la economía al teatro del absurdo.

    Don Roig, que maneja una de las mayores fortunas de España, que tiene supermercados hasta en las sopas que vende, dice que ser rico está resultando como tener que ocultar un oscuro secreto. Como si el verdadero oprimido del sistema fuera él, un señor con más acciones que el parchís.

     Mientras millones de ciudadanos  no llegan a fin de mes, Don Roig se nos presenta como "el pobrecito incomprendido",   el mártir de la cuenta de resultados, el Che Guevara del IBEX 35.

EMPRESARIOS CON MÁS CARA QUE MERCANCÍA 

    Lo de don Juan Roig no es solo una frase mal colocada. Es todo un resumen del mundo en que vivimos: un lugar donde los ricos se sienten víctimas si alguien les pide que compartan un poco. Un sitio donde ganar millones se celebra, pero reclamar sueldos dignos suena a amenaza.

   Y ojito, que esto no va de odio personal. Que no se me confunda. Que a don Roig no le deseamos ningún mal, oiga. Tan solo que deje ya de dar la monserga, de estar dándonos discursos como si hubiera sido él el que inventó el pan.

   Porque, la verdad, la verdad...  lo que ha hecho don Roig es lo de siempre: comprar barato, vender más caro… y convencernos de que eso lo ha convertido en todo un héroe.

    Al final, don Roig, con su reciente soflama, nos ha dado una lección valiosa: el capitalismo no solo necesita beneficios, necesita también buen marketing. Y si resulta necesario disfrazar el lucro de “satisfacción emocional”, pues se hace y ya está. Y que la ideología del supermercado entre, pues,  por la puerta grande y se coloque en oferta 2x1.