LA FARSA DEL "PROGRESISMO" CULTURAL: UN MANIFIESTO "PRO PSOE" PARA QUE NADA CAMBIE

Por EUGENIO FERNÁNDEZ PARA CANARIAS-SEMANAL.ORG.-

   Un centenar de personajes vinculados a la cultura institucional, al PSOE y a las élites políticas del Régimen del 78, han suscrito un nuevo manifiesto en defensa del Gobierno de Pedro Sánchez y de su socio subalterno, Sumar.

     Artistas como Pedro Almodóvar, Ana Belén, Víctor Manuel, Joan Manuel Serrat o Miguel Ríos, junto a ex ministros socialistas, burócratas sindicales de CC.OO. y UGT, y otros “progresistas” premiados con altos puestos, han salido al rescate del Ejecutivo socioliberal, asaetado una vez más por voluminosos casos de corrupción.  

    Alegan los manifestantes que se ha urdido una “conspiración reaccionaria” para derribar un “Gobierno legítimo”, comparando la situación española con operaciones  similares   a las de Bolsonaro y Trump.

   El texto, lógicamente difundido por el mascarón de proa mediático del neoliberalismo hispánico, el rotativo El País, no tiene otro propósito que inflar el relato del miedo.

   No es la primera vez que esto ocurre. A lo largo de las últimas cuatro décadas, este tipo de campañas han sido más que frecuentes. Cada vez que el PSOE se tambalea o parece ahogarse en sus propias contradicciones internas, o cuando su entrega al neoliberalismo europeo amenaza su ya muy menguada legitimidad, la cultura oficialista se moviliza en su defensa.

    El guion es más que conocido: se trata de agitar convenientemente el espantajo del fascismo para movilizar a los votantes de izquierdas hacia la llamada “Casa Común”.

ARTISTAS DEL SISTEMA, RENTISTAS DEL PSOE

    En este caso, muchos de los rubricantes del referido Manifiesto han estado viviendo profesionalmente durante años bajo el paraguas protector del PSOE. Han sido perseverantes beneficiarios de subvenciones, galardones y reconocimientos institucionales y su identificación con “la izquierda” se sostiene en este conjunto de prebendas. 

    Cierto es que algunos de ellos, en sus más tiernos años juveniles, pudieron representar un cierto espíritu de disidencia artística y compromiso social, pero en cuanto en España se impuso la cultura del pelotazo, gracias inicialmente al PSOE, les faltó tiempo para integrarse al aparato cultural del nuevo Régimen monárquico con la recompensa de obtener suculentos contratos y medro personal. 

   Conviene hacer un par de precisiones. Quienes han rubricado el referido Manifiesto están hoy muy lejos de poder ser calificados como artistas “comprometidos” con algún tipo de proyecto de transformación social. 

    Sin ir más lejos, Luis García Montero, poeta de salón, pasó a cobrar 9.000 €/mes como director del Instituto Cervantes, después de que expresara su apoyo público a los brutales bombardeos sobre Libia.  

   En la misma línea, el también rubricante ex coordinador de IU, Alberto Garzón, tras dejar el Ministerio de Consumo aspiró a integrarse en una multimillonaria consultoría dedicada a la atención y cultivo de lobbys europeos, dirigida nada más y nada menos que por  Pepiño Blanco (PSOE) y otros personajes del PP, para defender, por unos buenos emolumentos, intereses como los del Régimen marroquí ante la Unión Europea. 

SIMETRÍA EN EL USO DEL ESTADO: EL "TURNISMO" EN ACCIÓN

   El manifiesto de estas “personalidades” presenta al Gobierno de PSOE-Sumar como víctima de una ofensiva de las derechas e incluso sugiere que se estaría fraguando un “golpe” por otras vías. Lo cierto es, sin embargo, que no hay ninguna diferencia estructural entre cómo utiliza el Estado el Partido Popular y cómo lo hace el PSOE. Cuando al PSOE le interesa también se vale de los resortes institucionales, mediáticos y judiciales para desactivar adversarios, reforzar sus posiciones o minar gobiernos rivales. La supuesta diferencia ética entre ambos bloques es una ficción.

  Y es que la alternancia entre PSOE y PP no es expresión de una auténtica democracia, sino el mecanismo de rotación del Régimen oligárquico del 78. Ambos partidos defienden el mismo marco: la Monarquía, la Unión Europea neoliberal, la subordinación a la OTAN y a los Estados Unidos. Cuando uno gobierna, el otro empuja desde el aparato para recuperarse. La lucha es por cuotas, no por cambiar el modelo. 

SUBVENCIÓN, BUROCRACIA Y SINDICALISMO AMARILLO

   Junto a los artistas, han firmado también el manifiesto viejos burócratas sindicales como Ignacio Fernández Toxo y Antonio Gutiérrez, referentes de unas estructuras sindicales cuyas funciones reales no han sido otras que la de la contención y desarticulación de la protesta obrera. CC.OO. y UGT hace tiempo que dejaron de ser sindicatos de clase: son gestores del consenso social bien financiados por los presupuestos del Estado.

  Ambos sindicatos apoyaron las contrarreformas laborales, pactaron recortes y jugaron siempre el papel de amortiguadores de la indignación popular. Sus rúbricas en el Manifiesto no son decorativas: representan la garantía de que las tensiones sociales no lograrán salir del redil. 

   Ni que decir tiene que de estos aparatos anexos del Estado, que tratan de presentarse bajo la cobertura de “sindicatos”, no cabe esperar una valoración crítica del gigantesco incremento récord del gasto militar, la participación de España en la guerra de Ucrania o la represión de los derechos sociales en nombre de la "estabilidad" económica.

UNA CULTURA DOMESTICADA QUE DEFIENDE AL CAPITAL 

  El objetivo de la ofensiva simbólica del PSOE con estos manifiestos es siempre el mismo: presentar a su Gobierno como el último dique de contención frente al avance de la extrema derecha. Pero este pretendido “antifascismo” no defiende los intereses de la clase trabajadora, sino la permanencia de un bloque de poder.

  Los artistas “comprometidos”  callan frente al incremento de los presupuestos militares, frente a los desahucios de familias que continúan produciéndose, o frente a la precariedad laboral impuesta desde Bruselas. Para ellos, lo importante no es lo que se hace, sino quién lo hace.

   De  forma que esta “progresía” no tiene otra función que perpetuar la trampa emocional: mientras gobierna la “izquierda institucional” todo sacrificio se presenta como necesario. Cuando gobierna el PP contribuyen a que la movilización popular sea cooptada, una y otra vez, por el PSOE y sus partidos muletas.  Así, coartan cualquier posibilidad de organización independiente de las clases populares que pudiera llegar a propiciar una ruptura real.

  Ese es precisamente el propósito de estas iniciativas "progresistas": que el votante de izquierdas no pueda salir de la rueda de hámster, corriendo de manera esforzada solo para permanecer siempre en el mismo sitio.

LA FARSA "DEMOCRÁTICA": UNA ALTERNANCIA SIN ALTERNATIVA

   La “democracia” española se sostiene en esta ficción, muy útil para quienes realmente detentan el poder sin tener que presentarse a las elecciones: En la ficción de una alternancia entre dos opciones que pretenden ser distintas, pretendidamente “enfrentadas” en lo ideológico, pero que, en realidad, representan a dos facciones de la misma casta política que se disputan el control del aparato del Estado. 

    En lo que respecta al avance de la extrema derecha, conviene señalar con toda claridad algo que los firmantes del Manifiesto jamás podrán reconocer: el crecimiento de ésta no se debe a quienes denuncian las políticas del Gobierno, sino precisamente a esas políticas. Si hoy la ultraderecha encuentra espacios abiertos donde expandirse y captar el malestar social es porque gobiernos que se ha autotitulado como “progresistas” han vaciado de contenido toda expectativa colectiva de justicia social,   traicionando las aspiraciones populares en nombre de la gobernabilidad. Es el propio PSOE —con su seguidismo atlantista, su sumisión a Bruselas y su agenda antisocial— el que ha abonado el terreno para un eventual triunfo del PP apoyado por VOX.

    El descontento no surge de los discursos, de los "relatos" a los que se reduce el supuesto "progresismo",  sino de las políticas reales de un Gobierno que se presenta como progresista mientras endurece o sostiene una legislación tan represiva como la Ley Mordaza, multiplica el gasto militar y convierte en papel mojado los derechos laborales, sociales y civiles de la mayoría trabajadora. La frustración generada por la identificación de este tipo de políticas con "la izquierda" es la que está permitiendo que la nueva extrema derecha se apropie de las reivindicaciones mayoritarias y las manipule con un populismo reaccionario. Es el cinismo de esta progresía institucional lo que está abonando el camino al monstruo que dicen temer.

    La única salida realista a la trampa que se nos tiende no pasa por cerrar filas en torno a esta farsa de alternancia, ni por plegarse al chantaje emocional de los que viven del status quo y pretenden empujarnos a escoger nuevamente el "mal menor". 

    Hoy, la tarea esencial para las clases trabajadoras no consiste en “salvar al Gobierno”, sino en construir un proyecto propio, autónomo, ajeno a esta larga comedia que se ha venido repitiendo a lo largo de las últimas cuatro décadas.

  Un proyecto que no contará nunca con el apoyo de unos artistas cortesanos siempre pendientes a qué bando conviene apoyar para poder seguir "prosperando".