El Gobierno cubano ha rechazado con duros términos el actual despliegue de fuerzas militares estadounidenses en el Mar Caribe.
Esta peligrosa acción representa una grave amenaza y una agresiva demostración de fuerza contra la soberanía y la autodeterminación de los pueblos de América Latina y el Caribe, según el Ejecutivo cubano. Además, ignora el compromiso de los 33 Estados miembros de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños al proclamar la región como Zona de Paz.
La afirmación estadounidense de asociar al gobierno de Venezuela y a su presidente, Nicolás Maduro, con organizaciones criminales involucradas en el narcotráfico es un pretexto absurdo e infundado.
Los líderes políticos de Washington estan ignorando irresponsablemente la evaluación de su propia Agencia Antidrogas (DEA), que, en su informe de este año, no menciona al gobierno venezolano entre los autores o facilitadores de las operaciones de narcotráfico que amenazan el territorio estadounidense.
El Gobierno de Estados Unidos recurre una vez más a la mentira para justificar la violencia y el saqueo. La utiliza para implementar de nuevo el esquema de dominación basado en la Doctrina Monroe, clave para su intervencionismo en el continente americano.
Basándose en falacias similares, han llevado a cabo agresiones despiadadas que han tenido un costo humano considerable y prolongado. Un ejemplo de las últimas décadas fue la farsa sobre la supuesta presencia de armas de destrucción masiva en Irak. Este pretexto sirvió para atacar e invadir un país soberano, causando la muerte de cientos de miles de sus ciudadanos y el desplazamiento forzado de una cifra similar.
Estados Unidos es el mayor mercado de estupefacientes de la región, y posiblemente del mundo, según el Informe Mundial sobre las Drogas 2025, publicado por la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito. Este hecho es bien conocido y la comunidad internacional debe denunciarlo.
Es en Estados Unidos donde se ubican las redes más grandes, que incentivan el consumo, garantizan la distribución, facilitan el tráfico, la recaudación y la acumulación de las grandes ganancias. Estas redes blanquean el dinero del narcotráfico dentro de la economía nacional con relativa impunidad, sin que el gobierno realice esfuerzos serios y efectivos para detenerlo.
Las inmensas ganancias del mercado ilegal estadounidense fomentan el surgimiento y la operación de redes de narcotráfico en América Latina y el Caribe. La poderosa industria armamentística de ese país y sus privilegios descontrolados para la comercialización alimentan el poder letal de las organizaciones criminales de la región. La negligencia y la inacción para abordar las causas profundas del fenómeno en Estados Unidos solo intensificarán el impacto regional de este flagelo.
Cuba denuncia con la misma firmeza el uso de los flujos migratorios irregulares como excusa para convertir las aguas del Mar Caribe en una zona de guerra.
Nadie con un mínimo de sentido común y honestidad cree que la cantidad de tropas, material bélico, fuerzas navales, incluyendo submarinos nucleares, y la potencia de fuego que Estados Unidos ha intentado desplegar en esta pacífica zona del mundo sea la manera adecuada de combatir el crimen organizado, el narcotráfico o los flujos migratorios irregulares, ni que dicho despliegue persiga realmente sus objetivos declarados.
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