CUANDO EL CAPITAL SE VISTE DE SPORT: LA VERDAD SOBRE EL NUEVO "OPIO DEL PUEBLO"
"El deporte se corresponde con la sociedad en la que se desarrolla y hoy está al servicio de una economía de Casino"
El deporte no es una simple forma de actividad física, ni un espectáculo neutral: es una construcción social propia del capitalismo. Surgido al mismo tiempo que la Revolución Industrial, ha evolucionado en perfecta sintonía con la lógica mercantil. En este artículo, Joaquín Lucena desmonta la falsa inocencia del deporte moderno, revelando su papel como engranaje ideológico y económico del sistema.
Por JOAQUÍN LUCENA PARA CANARIAS-SEMANAL.ORG.-
Los humanos son animales que no destacan físicamente por nada, sin embargo, han demostrado una ductilidad y capacidad de adaptación que, combinada a su potencial intelectual, los ha elevado a la cúspide de la pirámide del reino animal. Para subsistir han tenido que desarrollar ciertas cualidades de habilidad, fuerza, velocidad y resistencia que los convierte en aptos para conquistar cualquier medio terrestre. Dejando al margen al intelecto, la emulación basada en lo físico ha jugado un papel esencial para seleccionar a los mejores ejemplares de la especie.
Históricamente, es fácil incurrir en el error de pensar que la práctica deportiva de nuestros días es la adaptación o evolución lógica de las Olimpiadas de la Grecia clásica. Pero no es así, estas tenían un carácter religioso y de catarsis fraternal entre distintas tribus a través de la competitividad. No se trataba de lograr récords ni de luchar contra el cronómetro o alcanzar la perfección del cuerpo en movimiento, sino de la ofrenda de unos simples mortales a sus dioses, brindándoles sus mejores dotes para la guerra contra el medio o contra un hipotético enemigo.
Conviene también no confundir el ejercicio necesario para desarrollar la práctica cotidiana diaria, la caza, la lucha, el juego, el entrenamiento militar etc. con lo que hoy se entiende como deporte. La actividad deportiva o deporte hoy se concibe como un mero ejercicio que se realiza de una manera no destinada a un fin claramente productivo.
La demostración deportiva en la era moderna está ligada originariamente al eurocentrismo, a la masculinidad y surge al mismo tiempo que la Revolución Industrial. En un principio, el deporte era practicado por la élite aristocrática y la incipiente burguesía y, no por casualidad, sino porque entre otras cosas disponían del tiempo libre y recursos suficientes como para organizar torneos, establecer reglamentos o construir infraestructuras. Las federaciones y clubs ecuestres, de canotaje, vela, golf, tenis, cricket, esgrima, boxing, tiro etc. se fundan en la Inglaterra de principios del XIX a excepción de los deportes de invierno cuya federación se formalizó en Chamonix (Francia) porque ese era el lugar frecuentado por la élite europea para esquiar.
Sin embargo, a medida que la clase obrera se va organizando en sindicatos y va arrancando logros y conquistas a la patronal relacionadas con una mayor disposición de tiempo y días libres, estos mismos sindicatos crean Ateneos culturales en donde se le concede gran importancia a la práctica deportiva ya que, a través del cual, se fomentan valores positivos para el trabajador, tales como los del sentido de pertenencia, de solidaridad, fraternidad y apoyo mutuo. Además, el deporte obrero, en sus orígenes, conjuraba determinados vicios aparejados a la alienación y embrutecimiento que sufrían los obreros como por ej., el alcoholismo y los juegos de azar.
En un principio, los obreros asimilaron los deportes de la burguesía, pero a su vez fomentaron deportes cuya inversión era mínima, tales como el fútbol, el ciclismo, la natación, las carreras etc. De esta manera, el deporte gradualmente pasó de ser un privilegio elitista a un fenómeno de masas y, como tal, se convirtió en presa fácil del Capital y pasó de ser un medio para el disfrute y la recreación sana, tanto física como espiritualmente, a una esfera más de los negocios y la explotación del esfuerzo ajeno.
Es innegable que el deporte en sí mismo tiene todos los ingredientes como para convertirse en un espectáculo: hay competición, es estéticamente atractivo, los espectadores no necesitan hacer ningún esfuerzo ya que éste corre a cargo de los deportistas, es divertido y a través de él se pueden vehiculizar grandes pasiones, ya sean estas altas o bajas como por ejemplo el nacionalismo. Además, y sobre todo ello, se puede mercantilizar como cualquier otra mercancía y más teniendo en cuenta que esta se puede transformar en un producto para consumo masivo.
El capitalismo es un organismo vivo, por tanto, a medida que la acumulación capitalista va creciendo también lo hacen el Capital financiero y el especulativo, y como el deporte -una vez mercantilizado— se corresponde con la sociedad en la que se desarrolla, dan como resultado unos deportes al servicio de una economía de Casino. Los directivos de prácticamente todos los clubes, federaciones y organizaciones mundiales son auténticos gansgters que han convertido al deporte en un medio para la ganancia fácil, sobre todo a través del lavado del dinero sucio que emana de sectores financieros, petroleros, de la construcción y hasta del narcotráfico.
Todo lo que toca el Capital lo pudre y el deporte no podía escapar de este aserto. El deporte conserva un halo de pureza al representar el mejor espíritu humano de superación, de nobleza, de vida saludable, de trabajo en equipo etc. Sin embargo, está pervertido desde el mismo momento en que se ha convertido en Industria del entretenimiento y refugio de canallas que comercializan derechos de imagen, de exhibición, de productos derivados, merchandaising, etc. Incluso sus clubes se cotizan en bolsa como lo que son: Sociedades Anónimas que a pesar de añadirle coletillas de culturales y recreativas apestan hasta la náusea. La ética y las virtudes primigenias del deporte se han transformado en las de la ambición, la exaltación de la violencia, el triunfo a cualquier precio, la brutalidad y la corrupción más descarada de la que no se salva nadie. Ni siquiera el deporte paralímpico está exento de todo este basural repleto de fraudes y trampas.
Y qué decir de la explotación brutal, virulenta y escandalosa que sufren los atletas y demás deportistas tanto profesionales como amateurs. Los primeros son objeto de intercambio, vendidos y comprados en un mercado parecido al de la carne, muchas veces sin pedirle opinión a los propios interesados. Y a los segundos, que están en la base y son la mayoría, se les mantiene y estimula con el único fin de servir como cantera de los primeros. El mundo al revés.
En el deporte capitalizado el ánimo de superación no es consigo mismo, sino que hay un afán desmedido por las plusmarcas. Para conseguirlas, se ha dopado a los atletas más que al ganado de engorde. Con el objetivo de superar los límites fisiológicos naturales las más de las veces se han provocado inescrupulosa y conscientemente graves problemas de salud e incluso la muerte prematura. ¿Quién no recuerda la muerte de algún deportista de alto rendimiento antes de cumplir 40 años?
Existe toda una escuela dedicada a investigar qué técnicas o sustancias pueden llevar al músculo por encima de sus posibilidades. Los cuerpos de los deportistas han sido la materia prima sobre los que se han ensayado esteroides, anabolizantes, estricnina, EPO, transfusiones sanguíneas, dietas alimenticias contra natura y un sinfín de estimulantes y terapias experimentales extravagantes a fin de sobrepasar los límites fisiológicos humanos. Bajo el capitalismo las ciencias médicas especializadas en deportes -la medicina deportiva y la fisioterapia- están al servicio del rendimiento deportivo, incluso en demasiadas ocasiones, por encima al derecho a la salud y bienestar de los deportistas. Es paradójico que lo que debiera ser el garante de la salud produzca estas aberraciones.
Las rehabilitaciones, los tratamientos para superar cualquier accidente o lesión sobrevenida son objeto de una continua investigación cuyos resultados son de aplicación inmediata a fin de acortar los periodos de baja, es decir, de optimizar y rentabilizar el corto periodo de vida activa de un atleta. La ciencia al servicio del dinero.
En la foto adjunta se muestra una imagen obtenida por rayos X del piloto Travis Pastrana. En ella se pueden ver los
pins, injertos óseos, varillas metálicas, clavos, etc. que le han ido colocando progresivamente a lo largo de su carrera deportiva. Y sí, efectivamente todos esos “remiendos” le han permitido mantener su actividad corporal biomecánica, pero ¿a qué coste?
Evidentemente, cuando dejó de ser rentable ya no se le practicaron más inserciones protésicas y los traumas sufridos a buen seguro le pasarán una enorme factura en su calidad de vida, además de una pérdida funcional.
El deporte se ha convertido en el nuevo opio del pueblo y funciona como algo parecido a una religión en donde los sumos sacerdotes operan en la sombra bajo el cobijo de los Estados. A unos pocos deportistas les encumbran al estrellato convirtiéndolos en ídolos para las masas, pero a pesar de que a ellos se les asigne grandes emolumentos, quienes se llevan la mayor tajada son los capitalistas que comandan el negocio. Los deportistas de élite, por muy endiosados que se crean, no pueden escapar a las leyes de la oferta y la demanda de las mercancías, están sometidos a las reglas de la rentabilidad y a la obtención de resultados, cuando dejan de cumplir con alguno de estos preceptos son retirados del altar pasando a ser muchos de ellos meros juguetes rotos.
Sin embargo, el Capital a pesar de comportarse como un agujero negro atrapatodo no puede evitar que la práctica deportiva brote de abajo hacia arriba y, precisamente por ese carácter popular, es que en la base surgen continuamente deportes que se escapan a sus tentáculos, al menos mientras se mantienen como minoritarios. Actividades como el parkour, skateboarding, tripela, kimball, slackline o el colpbol, por ejemplo, rompen con el esquema preestablecido y devuelven al deporte su esencia original: diversión, formación y recreación sin más, sin ese ánimo de lucro que lo envilece.
El deporte es un derecho universal del ser humano que va intrínsecamente unido a la condición de tal y que, precisamente a través de su práctica se potencia ese carácter de seres únicos. Si bien la mercantilización del deporte lo ha convertido en la antítesis de sí mismo, la evolución a una sociedad sin mercancías producirá la síntesis del deporte con la sana recreación, la educación y la producción.
Marx decía que
"La sociedad comunista sería la demostración práctica de la posibilidad de unir enseñanza y gimnasia con el trabajo y viceversa, con la perspectiva de la realización del “ser humano completo”".
Por JOAQUÍN LUCENA PARA CANARIAS-SEMANAL.ORG.-
Los humanos son animales que no destacan físicamente por nada, sin embargo, han demostrado una ductilidad y capacidad de adaptación que, combinada a su potencial intelectual, los ha elevado a la cúspide de la pirámide del reino animal. Para subsistir han tenido que desarrollar ciertas cualidades de habilidad, fuerza, velocidad y resistencia que los convierte en aptos para conquistar cualquier medio terrestre. Dejando al margen al intelecto, la emulación basada en lo físico ha jugado un papel esencial para seleccionar a los mejores ejemplares de la especie.
Históricamente, es fácil incurrir en el error de pensar que la práctica deportiva de nuestros días es la adaptación o evolución lógica de las Olimpiadas de la Grecia clásica. Pero no es así, estas tenían un carácter religioso y de catarsis fraternal entre distintas tribus a través de la competitividad. No se trataba de lograr récords ni de luchar contra el cronómetro o alcanzar la perfección del cuerpo en movimiento, sino de la ofrenda de unos simples mortales a sus dioses, brindándoles sus mejores dotes para la guerra contra el medio o contra un hipotético enemigo.
Conviene también no confundir el ejercicio necesario para desarrollar la práctica cotidiana diaria, la caza, la lucha, el juego, el entrenamiento militar etc. con lo que hoy se entiende como deporte. La actividad deportiva o deporte hoy se concibe como un mero ejercicio que se realiza de una manera no destinada a un fin claramente productivo.
La demostración deportiva en la era moderna está ligada originariamente al eurocentrismo, a la masculinidad y surge al mismo tiempo que la Revolución Industrial. En un principio, el deporte era practicado por la élite aristocrática y la incipiente burguesía y, no por casualidad, sino porque entre otras cosas disponían del tiempo libre y recursos suficientes como para organizar torneos, establecer reglamentos o construir infraestructuras. Las federaciones y clubs ecuestres, de canotaje, vela, golf, tenis, cricket, esgrima, boxing, tiro etc. se fundan en la Inglaterra de principios del XIX a excepción de los deportes de invierno cuya federación se formalizó en Chamonix (Francia) porque ese era el lugar frecuentado por la élite europea para esquiar.
Sin embargo, a medida que la clase obrera se va organizando en sindicatos y va arrancando logros y conquistas a la patronal relacionadas con una mayor disposición de tiempo y días libres, estos mismos sindicatos crean Ateneos culturales en donde se le concede gran importancia a la práctica deportiva ya que, a través del cual, se fomentan valores positivos para el trabajador, tales como los del sentido de pertenencia, de solidaridad, fraternidad y apoyo mutuo. Además, el deporte obrero, en sus orígenes, conjuraba determinados vicios aparejados a la alienación y embrutecimiento que sufrían los obreros como por ej., el alcoholismo y los juegos de azar.
En un principio, los obreros asimilaron los deportes de la burguesía, pero a su vez fomentaron deportes cuya inversión era mínima, tales como el fútbol, el ciclismo, la natación, las carreras etc. De esta manera, el deporte gradualmente pasó de ser un privilegio elitista a un fenómeno de masas y, como tal, se convirtió en presa fácil del Capital y pasó de ser un medio para el disfrute y la recreación sana, tanto física como espiritualmente, a una esfera más de los negocios y la explotación del esfuerzo ajeno.
Es innegable que el deporte en sí mismo tiene todos los ingredientes como para convertirse en un espectáculo: hay competición, es estéticamente atractivo, los espectadores no necesitan hacer ningún esfuerzo ya que éste corre a cargo de los deportistas, es divertido y a través de él se pueden vehiculizar grandes pasiones, ya sean estas altas o bajas como por ejemplo el nacionalismo. Además, y sobre todo ello, se puede mercantilizar como cualquier otra mercancía y más teniendo en cuenta que esta se puede transformar en un producto para consumo masivo.
El capitalismo es un organismo vivo, por tanto, a medida que la acumulación capitalista va creciendo también lo hacen el Capital financiero y el especulativo, y como el deporte -una vez mercantilizado— se corresponde con la sociedad en la que se desarrolla, dan como resultado unos deportes al servicio de una economía de Casino. Los directivos de prácticamente todos los clubes, federaciones y organizaciones mundiales son auténticos gansgters que han convertido al deporte en un medio para la ganancia fácil, sobre todo a través del lavado del dinero sucio que emana de sectores financieros, petroleros, de la construcción y hasta del narcotráfico.
Todo lo que toca el Capital lo pudre y el deporte no podía escapar de este aserto. El deporte conserva un halo de pureza al representar el mejor espíritu humano de superación, de nobleza, de vida saludable, de trabajo en equipo etc. Sin embargo, está pervertido desde el mismo momento en que se ha convertido en Industria del entretenimiento y refugio de canallas que comercializan derechos de imagen, de exhibición, de productos derivados, merchandaising, etc. Incluso sus clubes se cotizan en bolsa como lo que son: Sociedades Anónimas que a pesar de añadirle coletillas de culturales y recreativas apestan hasta la náusea. La ética y las virtudes primigenias del deporte se han transformado en las de la ambición, la exaltación de la violencia, el triunfo a cualquier precio, la brutalidad y la corrupción más descarada de la que no se salva nadie. Ni siquiera el deporte paralímpico está exento de todo este basural repleto de fraudes y trampas.
Y qué decir de la explotación brutal, virulenta y escandalosa que sufren los atletas y demás deportistas tanto profesionales como amateurs. Los primeros son objeto de intercambio, vendidos y comprados en un mercado parecido al de la carne, muchas veces sin pedirle opinión a los propios interesados. Y a los segundos, que están en la base y son la mayoría, se les mantiene y estimula con el único fin de servir como cantera de los primeros. El mundo al revés.
En el deporte capitalizado el ánimo de superación no es consigo mismo, sino que hay un afán desmedido por las plusmarcas. Para conseguirlas, se ha dopado a los atletas más que al ganado de engorde. Con el objetivo de superar los límites fisiológicos naturales las más de las veces se han provocado inescrupulosa y conscientemente graves problemas de salud e incluso la muerte prematura. ¿Quién no recuerda la muerte de algún deportista de alto rendimiento antes de cumplir 40 años?
Existe toda una escuela dedicada a investigar qué técnicas o sustancias pueden llevar al músculo por encima de sus posibilidades. Los cuerpos de los deportistas han sido la materia prima sobre los que se han ensayado esteroides, anabolizantes, estricnina, EPO, transfusiones sanguíneas, dietas alimenticias contra natura y un sinfín de estimulantes y terapias experimentales extravagantes a fin de sobrepasar los límites fisiológicos humanos. Bajo el capitalismo las ciencias médicas especializadas en deportes -la medicina deportiva y la fisioterapia- están al servicio del rendimiento deportivo, incluso en demasiadas ocasiones, por encima al derecho a la salud y bienestar de los deportistas. Es paradójico que lo que debiera ser el garante de la salud produzca estas aberraciones.
Las rehabilitaciones, los tratamientos para superar cualquier accidente o lesión sobrevenida son objeto de una continua investigación cuyos resultados son de aplicación inmediata a fin de acortar los periodos de baja, es decir, de optimizar y rentabilizar el corto periodo de vida activa de un atleta. La ciencia al servicio del dinero.
En la foto adjunta se muestra una imagen obtenida por rayos X del piloto Travis Pastrana. En ella se pueden ver los
pins, injertos óseos, varillas metálicas, clavos, etc. que le han ido colocando progresivamente a lo largo de su carrera deportiva. Y sí, efectivamente todos esos “remiendos” le han permitido mantener su actividad corporal biomecánica, pero ¿a qué coste?
Evidentemente, cuando dejó de ser rentable ya no se le practicaron más inserciones protésicas y los traumas sufridos a buen seguro le pasarán una enorme factura en su calidad de vida, además de una pérdida funcional.
El deporte se ha convertido en el nuevo opio del pueblo y funciona como algo parecido a una religión en donde los sumos sacerdotes operan en la sombra bajo el cobijo de los Estados. A unos pocos deportistas les encumbran al estrellato convirtiéndolos en ídolos para las masas, pero a pesar de que a ellos se les asigne grandes emolumentos, quienes se llevan la mayor tajada son los capitalistas que comandan el negocio. Los deportistas de élite, por muy endiosados que se crean, no pueden escapar a las leyes de la oferta y la demanda de las mercancías, están sometidos a las reglas de la rentabilidad y a la obtención de resultados, cuando dejan de cumplir con alguno de estos preceptos son retirados del altar pasando a ser muchos de ellos meros juguetes rotos.
Sin embargo, el Capital a pesar de comportarse como un agujero negro atrapatodo no puede evitar que la práctica deportiva brote de abajo hacia arriba y, precisamente por ese carácter popular, es que en la base surgen continuamente deportes que se escapan a sus tentáculos, al menos mientras se mantienen como minoritarios. Actividades como el parkour, skateboarding, tripela, kimball, slackline o el colpbol, por ejemplo, rompen con el esquema preestablecido y devuelven al deporte su esencia original: diversión, formación y recreación sin más, sin ese ánimo de lucro que lo envilece.
El deporte es un derecho universal del ser humano que va intrínsecamente unido a la condición de tal y que, precisamente a través de su práctica se potencia ese carácter de seres únicos. Si bien la mercantilización del deporte lo ha convertido en la antítesis de sí mismo, la evolución a una sociedad sin mercancías producirá la síntesis del deporte con la sana recreación, la educación y la producción.
Marx decía que
"La sociedad comunista sería la demostración práctica de la posibilidad de unir enseñanza y gimnasia con el trabajo y viceversa, con la perspectiva de la realización del “ser humano completo”".
































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