Por JUAN ANDRÉS PÉREZ RODRÍGUEZ / CANARIAS-SEMANALORG.-
Otro gran incendio en una fábrica textil de Bangladesh, que trabaja para firmas europeas del sector, ha vuelto a poner de manifiesto las terribles condiciones de trabajo en las que se desempeñan los productores de esos establecimientos.
El suceso tuvo lugar en una fábrica de prendas que abastecía a las marcas occidentales H&M y J.C. Penney.
Según se informa, al menos cuatro personas resultaron heridas en el incendio, ya que la mayoría de los más de 6.000 trabajadores de la fábrica aún no había llegado a trabajar.
Pero esta no es, en absoluto, la primera vez que se producen este tipo de casos. En 2013, más de 1.100 personas murieron cuando se derrumbó otra fábrica textil en Bangladesh.
Por puro azar, en este último siniestro de la larga serie de eventos de esta naturaleza ocurridos en ese país en los últimos años no se produjeron más muertes.
Sin embargo, después de tanto costo humano las cosas no parecen haber cambiado para los más de más de cuatro millones de trabajadores de las 5.400 fábricas de la principal industria del país asiático.
El sector textil representa para Bangladesh, alrededor del 79 % de las exportaciones del país -unos 21.520 millones de dólares.
A pesar de las promesas provenientes del sector industrial de Bangladesh, del Gobierno y de las multinacionales occidentales las medidas que se han implementado para "mejorar la situación laboral de los trabajadores" las condiciones de trabajo continúan siendo infrahumanas.
Para nadie es un secreto que son las empresas occidentales, más interesadas en el ahorro de costes que en la seguridad de los trabajadores, las principales responsables de todas las pérdidas en vidas humanas por estos desastres previsibles y evitables.
"El Gobierno dijo hace dos años que tomaría medidas para mejorar la seguridad en las fábricas, pero nunca cumple sus promesas", denunció Scott Nova, director ejecutivo del grupo por la defensa de los trabajadores con sede en Washington, Worker Rights Consortium.
"Las autoridades creen que una regulación de las condiciones laborales más estricta supondría aumentar los costes de producción, lo que daría lugar a que las empresas extranjeras hicieran sus pedidos a otros lugares", concluye Nova.
Esta es la razón de fondo que explica, esencialmente, por qué los accidentes laborales y las enfermedades derivadas del trabajo son cada vez más frecuentes en el mundo. Lo confirma la Organización Internacional del Trabajo (OIT), organismo que ha cifrado los fallecimientos generados a raíz de ambos en 2,3 millones por año. Y ello, sin contar con que se producen una media de 860.000 accidentes que se saldan en lesiones.
En esta cruda realidad, que se trata de maquillar con retórica política y estadísticas seleccionadas interesamente, se muestra la verdadera naturaleza letal del sistema capitalista que para capitalizar beneficios produce allí donde los costos de producción sean más bajos para vender acá donde es más productivo.